­Brazzaville, la capital de la República del Congo, vio nacer hace 17 años, ocho meses y dos días a Judicaël Romaric Belemene Dzabatou. Un chico cualquiera de África que de pequeño jugaba al fútbol con los chavales de su barrio. «El primer deporte de mi país es el fútbol y luego el balonmano. Yo a veces jugaba al baloncesto pero sólo porque era alto», relata Romaric, ojos como platos y con chirivitas de felicidad, una sonrisa amplia donde sus dientes blancos contrastan con su rostro, y un tono jocoso, en un más que estupendo español y con tremenda educación.

«Me llamaban Adebayor», comenta entre risas. Por su parecido al delantero togolés Emmanuel Adebayor, alto y desgarbado. No sabemos qué clase de futbolista ha perdido el deporte rey, pero sí que en plena formación hay un gran alero alto, físico, intenso, al que sus compañeros en el Clínicas Rincón ya comparan con el valencianista Romain Sato.

Si no fuera por el básket, Romaric quizá seguiría en su país. Pero Serge Ibaka le cambió la vida. El campus del ahora pívot de la NBA hizo escala en su país y Romaric demostró que se merecía una oportunidad. «Ibaka es para mí una persona muy importante, como un hermano, porque yo salí de mi país gracias a su campus. Estuvo pendiente de mí, fui a Treviso con él hace dos años, me ayudó y tenemos los mismos agentes. Es como un hermano, pero no es familia mía ni nada».

La agencia de representación de Ibaka, la prestigiosa YouFirst, organizó un campus de jugadores en el Congo y el jefe de cantera del Unicaja, Ramón García, envió a Paco Alonso a ver a las promesas más prometedoras. Han pasado ya cuatro años de aquello y Alonso regresó con un nombre apuntado en su libreta: Romaric Belemene.

El Unicaja le reclutó, atraído por su impresionante capacidad física y atlética. Y el chico, tras la tramitación de toda la documentación, ha jugado en Málaga desde edad cadete y ahora afronta su último año en edad júnior, el cuarto en Los Guindos. Joan Plaza, que le ha tenido buena parte del verano a sus órdenes, le hizo debutar el domingo con el Unicaja. Romaric se ha estrenado con 17 años y ocho meses justos. No ha sido el más joven en debutar con la elástica cajista, honor que ostenta desde el pasado curso Domantas Sabonis, que se estrenó con 17 años, 5 meses y 10 días.

«Esto es un sueño. Soy todavía júnior, pensaba que iba a estar con el Clínicas y en el EBA, pero ha pasado todo muy rápido. Ha sido increíble. Llevo tres años viendo los partidos desde arriba. He visto a la gente animando al equipo todos estos años y ahora me ha tocado a mí. No hay nada más bonito que esto. Este club me ha formado y debutar con el primer equipo y encima en Málaga... No hay nada más bonito», recalca Romaric a este periódico.

En los momentos previos a su debut todo se volvió «negro». «Cuando el coach Plaza me dijo que iba a jugar... No sabía dónde me metía. Todo era negro, lo vi todo negro. Creo que si hubiese tirado no habría tocado ni aro. Era demasiado», dice sorprendido.

«No puedo sentirme más contento. Sólo puedo dar las gracias a todos los que me han ayudado a estar aquí. A todos los que han hecho que esté aquí. Aún no estoy preparado, tengo que trabajar mucho, pero el coach Plaza me ha dado la oportunidad. Tengo que mejorar técnicamente muchas cosas, trabajo con cada entrenador, con Francis Tomé, y trato de dar un paso adelante».

El alero congoleño de 2,02 metros es uno de los jugadores de mayor proyección del básket europeo. Con 16 años acudió al «Next Generation», un evento paralelo al Adidas Eurocamp de Treviso, con jóvenes nacidos en 1997 y 1998, bajo la tutela de Dimitris Itoudis, ahora entrenador del CSKA Moscú. Allí Romaric mostró sus tremendas cualidades físicas, que gustaron a los ojeadores de la NBA que se desplazaron a Italia.

Ahora debe ir paso a paso, entrenamiento a entrenamiento. El Unicaja le ha abierto las puertas de Europa y del baloncesto de elite. El chico tiene los pies en el suelo. Trabaja a diario con el Clínicas Rincón, acude a la clase de apoyo que el Unicaja ha creado de manera pionera en el básket español y, cuando Plaza le reclama, acude a ejercitarse con el primer equipo. Mientras Carlos Suárez siga lesionado, él se vestirá de corto en la ACB y Kenan Karahodzic, que debutó el jueves también con la elástica del primer equipo en Zagreb, en Euroliga. El futuro pisa fuerte. Y Romaric sabe que aún le queda un largo trecho por recorrer. Por ilusión y trabajo no van a quedar.