­Otra vez el CAI se cruzó en el camino. Otra vez el equipo de Zaragoza se convirtió ayer en verdugo del Unicaja, en un momento «especial» de la temporada. Hace ahora casi un año, los maños apearon al Unicaja de «su» Copa, en unos cuartos de final que dejaron helado al Martín Carpena. El Palacio esperaba aquel viernes de febrero el pase de su equipo a semifinales, pero asistió incrédulo a un inesperado traspié que incluso hizo tambalear el primer proyecto de Joan Plaza en Málaga.

Ayer, en la capital maña, el daño de la derrota no es ni comparable. Más que nada, porque esta vez sí tiene solución. Lo de esta matinal dominical es solo un paso atrás, aunque sí tiene el efecto secundario de despojar al equipo del honor de seguir en lo más alto de la clasificación liguera. Una pena.

Y es que solo siete días le ha durado al Unicaja su preciado botín. El premio de estar por encima de todos los demás. Perder ese privilegio, desde luego, no debe ser hoy motivo de depresión. Al contrario, seguir codo con codo con Real Madrid en lo más alto de la Liga Endesa es una gran noticia y debe ser también un acicate para el futuro inmediato.

Zaragoza lleva camino de convertirse en una ciudad algo maldita para el Unicaja. Es verdad que la leyenda del mejor Unicaja de la historia se comenzó a escribir en febrero de 2005, en el Príncipe Felipe maño, con el título de la Copa del Rey. Pero estos últimos años ir a jugar a la pista del CAI no ha traido muy buenas noticias. Se puede decir que ha sido más un suplicio que un viaje de placer.

El problema principal de los 40 minutos de ayer es que lo peor no fue la derrota en sí. Fue más bien cómo se produjo. O sea, que el fondo es asumible, pero la forma es inaceptable. Porque el Unicaja volvió a tirar por la borda una gran ventaja. Ante el CAI era de 15 puntos recién iniciado el tercer cuarto. Pero los de Plaza permitieron al rival crecer en el partido (otra vez) hasta consumarse la remontada maña.

Son demasiadas veces asistiendo al mismo guión. El final de Fase Regular de la Euroliga ha venido marcado por las desconexiones del equipo verde a medida que los partidos consumían minutos. Pasó en Limoges, en Berlín, contra el CSKA en el Carpena... Ayer fue exactamente igual que cualquier tarde-noche europea de los últimos jueves o viernes. Con todo a favor, con el rival tambaleándose y a punto de arrojar la toalla, al Unicaja le faltó instinto asesino y le sobró candidez y espíritu navideño. Y así es complicado porque como dice Joan Plaza: «Esto no es Disneylandia».

Las estadísticas siempre dan pistas de lo que puede haber pasado. De las de ayer me quedo con un simple dato: la segunda mejor defensa de la Liga encajó ¡¡32 puntos!! en el último cuarto del partido. El CAI anotó en esos 10 minutos las mismas canastas que en el segundo y el tercer cuarto junto. Un parcial mortal de necesidad para cualquiera.

No es bueno personalizar en las victorias, pues mucho menos en las derrotas. Pero sin dar nombres, sí quiero decir que hay jugadores en la plantilla llamados a liderar al quipo que no acaban de jugar tres o cuatro partidos seguidos a buen nivel. Que el más valorado del partido sea Ryan Toolson, con «solo» 12 puntos, no es precisamente para tirar cohetes. Estoy convencido de que todos esos que ahora no brillan, estarán a tope a la hora de la verdad. Por eso parece que es más lógico ver la botella medio llena, incluso tras un mal partido como el de ayer.

El resumen del partido, en un párrafo, es que el Unicaja mandó cómo y cuándo quiso durante los 30 primeros minutos. Que se aprovechó de la buena mano de Toolson en el primer cuarto para ponerse por delante. Que antes del descanso dio un primer arreón de hasta 14 puntos. Que nada más volver del intermedio estuvo 15 arriba. Que cuando el CAI amagó con recuperar terreno en el tercer cuarto, volvió a tirar de la muñeca del escolta mormón para frenar al rival. Y que con todo a favor en el último acto (50-59)... desapareció. En defensa y en ataque. Todo lo que hizo bien hasta entonces lo hizo mal a la hora de la verdad. Y el CAI lo aprovechó para remontar y ganar el partido.

Esta semana toca resetear. La Nochebuena y la Navidad dan un respiro. No hay partido europeo intersemanal y la Liga vuelve el sábado. Ese día llegará al Carpena el Estudiantes, que ayer se cargó al Barça y hace 15 días al Madrid. A partir de entonces, 4 partidos seguidos en casa: el citado equipo colegial, el Real Madrid, el Olympiacos y el Obradoiro. Casi nada.

Marcus Landry lanza a canasta. El norteamericano fue clave en el esprint final del partido.