­El americano Will Thomas debe decidir hoy si continúa en el Unicaja otra temporada o abona su cláusula de rescisión, cifrada en 30.000 euros, y abandona el club malagueño para continuar su carrera lejos de la Costa del Sol. Thomas tiene ahora la sartén por el mango y debe aclarar hoy mismo su futuro, ya que la fecha marcada en su contrato para activar su cláusula de salida concluye mañana, día 30. El Unicaja ya le comunicó, por boca de Joan Plaza y de Carlos Jiménez, que entra dentro de los planes del equipo para el próximo curso y que el club respetará su contrato para que el ala-pívot con pasaporte georgiano prosigua su carrera en Málaga.

Ése es el problema: el nuevo contrato. El jugador y el Unicaja ya tienen suscrito su próximo compromiso, con una ligera subida de su ficha respecto a este curso. El hándicap es que Thomas y el club tuvieron sus más y sus menos este invierno, ya que el ala-pívot ganaba menos dinero de lo que tenía firmado. ¿Le pagó menos el Unicaja? Ni mucho menos... Si hay algo que el Unicaja cumple a rajatabla son sus contratos. Todo lo que firma se lleva a cabo. Y ésa es una garantía que muy pocos clubes europeos y españoles pueden cumplir a día de hoy.

El caso es que Thomas firmó su compromiso en dólares y su fortalecimiento respecto al euro le hizo perder dinero en el cambio de divisas. Eso acarreó no pocos quebraderos de cabeza que discutieron largamente su agente, Mario Scotti, y el gerente de la entidad, Ángel Bordes. Ahora el jugador pretende recuperar parte de ese dinero en la próxima temporada. Las dos partes han estado dialogando durante la última semana, y el club se mostró receptivo a retocar levemente el contrato del año que viene, para que Thomas no pierda capacidad adquisitiva.

¿De cuánto será la mejora? Pues eso tendrá que solucionarse hoy mismo, ya que mañana ha de adoptarse la decisión final, y escoger entre seguir en Málaga con un buen contrato que pocos equipos europeos podrían pagarle o romperlo y salir al mercado. Su cláusula de rescisión es baja, de 30.000 dólares. Y su caso recuerda mucho al de Vladimir Stimac, que sí que activó esa cláusula para marcharse de Málaga. Aunque en su caso fue diferente, y hubo de por medio cambio de agentes y demasiadas verdades a medias.

Thomas está muy contento en Málaga. Abandonó Los Guindos muy feliz, con una sonrisa en la cara, tras reunirse con Jiménez y anunciarle que entraba dentro de los planes del técnico. Sobre todo porque en aquella tarde de despedidas en la sede del club recibieron su finiquito su amigo Caleb Green y el griego Kostas Vasileiadis. Y tanto a Toolson como a Stefansson se les emplazó a conversaciones futuras.

Él se salvó de la quema y Plaza le ha hecho un sitio en su equipo para la próxima campaña, porque de él aprecia, especialmente, su rápida adaptación, su profesionalidad y disposición, y su polivalencia. Jugador «diésel», Thomas ha demostrado esta temporada que puede defender a pívots altos y también fajarse con ala-pívots más rápidos y móviles que él. Abre el campo, sabe echar el balón al suelo y ya conoce el equipo y la ciudad. Plaza no quiere desprenderse de él.

Thomas ha sido el único jugador de la plantilla que ha disputado los 68 encuentros de la temporada (42 de ACB, 24 de Euroliga y dos de Copa del Rey), con un promedio de 7,1 puntos, 4,3 rebotes y 8,3 de valoración en 21:13 minutos en pista. Toda una garantía. Su pasaporte georgiano le hace ser comunitario, algo también muy valorado.

La rumorología le ha hecho estar en la órbita del Valencia, aunque ninguna parte confirmó esos contactos. Hoy habrá nuevas llamadas y mañana tomará la decisión.