Dani Díez asistió al sorteo del draft de la NBA expectante pero confiado. Unas semanas antes se entrevistó en Treviso (Italia) con el jefe de scouting internacional de los Portland Trail Blazers, Lojze Milosavljevic. Y la conversación fue muy positiva. Díez sabía que podía tener opciones y la franquicia de Oregón le escogió en la segunda ronda, comprando la elección de Utah Jazz por un montante de millón de dólares. La cifra es prohibitiva realmente para cualquier equipo de Europa, pero en la NBA, con el nuevo límite salarial gracias a un suculento contrato televisivo, se está gastando dinero a espuertas.

El equipo de Portland es propiedad del multimillonario Paul Allen, que aceptó la propuesta de su general manager, Neil Olshey, para realizar el «traspaso» e invertir un millón de dólares en el jugador pretendido por el Unicaja. El interés de Portland por el alero es tan evidente que el propio Allen telefoneó a Díez nada más ser elegido por Utah y traspasado a Portland.

El dirigente de Portland quería expresarle de primera mano que los Blazers están muy interesados en él, que se está reestructurando y rejuveneciendo la franquicia y que querían verle allí en la Liga de Verano de Las Vegas. La llamada emocionó a Díez que, hasta entonces, tenía muy claro que deseaba seguir en España, en Málaga, formándose y haciéndose mejor jugador para poder luego dar el salto a la «mejor Liga del Mundo».

Este hecho lo ha cambiado todo. Que un equipo pague un millón de dólares por tus derechos es una garantía de que el equipo apuesta por ti y, al mismo tiempo, una tremenda responsabilidad. Díez lo sabe y no quiere fallar a Portland.