No es fácil ganar sin sufrir en la Liga Endesa. Cualquiera te la puede liar. En casa y fuera. Es lo que tiene jugar la considerada segunda mejor competición del mundo, al margen del universo NBA. Ayer, sin embargo, fue uno de esos días atípicos. Muy habituales en Grecia, Israel o incluso en Turquía, pero raros, raros en España. El Unicaja pasó por encima de su rival, el Montakit Fuenlabrada, en un choque que no duró ni 5 minutos. Fue un paseo militar. Ni más ni menos.

La verdad es que no hubo partido porque no hubo rival. Del 5-5, nada más arrancar el primer cuarto, se pasó a un contundente 22-5 que anunció que la sentencia estaba escrita, con más de 30 minutos todavía por jugarse. Y es que ese parcial de 17-0 dejó visto para sentencia demasiado pronto el «presunto» duelo entre verdes y naranjas. Porque de ahí en adelante la única duda era saber por cuántos y la única preocupación era que no hubiera lesiones para nadie.

El Unicaja, desde luego, se lo pasó pipa. Sobre todo en el primer tiempo. Reboteó y corrió casi en cada ataque, justo lo que más le gusta hacer. Estuvo certero en el tiro exterior y defendió con intensidad a un rival que se vino abajo demasiado pronto. Dio la impresión de que el «Fuenla» se vio perdedor desde la misma rueda de calentamiento y en el momento en el que los verdes apretaron un par de minutos decidieron pasar página y pensar en llegar a tiempo a la estación del AVE para no perder el tren de vuelta a casa.

El Unicaja tampoco es que hiciera nada inesperado. Los verdes cumplieron con el guión previsto en cualquier pronóstico previo. Es verdad que llamó la atención esa nula resistencia del rival, incapaz de soportar el ritmo más de tres o cuatro minutos, pero que el desenlace iba a ser el que fue estaba más que cantado. Y es que la diferencia a día de hoy entre el proyecto verde y el del «Fuenla» es abismal. Es como si fueran equipos de categorías distintas. Los del sur de Madrid bastante tendrán con intentar evitar caer al pozo. El Unicaja, sin embargo, quiere ser aspirante a casi todo este curso. En la Liga Endesa y en Europa. Por eso pasó lo que pasó.

Aun reconociendo que el Unicaja sigue en fase de puesta a punto, es de valorar el 3-0 que el equipo ha sumado en estos 8 primeros días de la temporada -Supercopa al margen-. Ni contra el UCAM ni frente al Brose alemán ni siquiera ayer ante el Fuenlabrada se vio al Unicaja que Plaza y su gente quieren ver, pero el caso es que le ha valido con lo que tiene por ahora para sumar ante sus tres rivales. Y eso es una muy buena noticia. Ayer fue el día que mejor versión mostró el equipo, lo que pasa es que no tuvo oposición. Y así es difícil sacar conclusiones muy válidas.

Por buscarle un par de pegas a lo visto ante el «Fuenla», la puesta en acción del equipo en el tercer y en el último cuarto no fue de recibo. Un 0-9 y un 1-10, respectivamente, contra cualquier otro rival más intenso, podrían haberse pagado muy caros. Eso sí, hay que entender que con más de 20 de ventaja a veces cuesta mantener la concentración cuando juegas cada tres o cuatro días al máximo nivel. Es humano, por mucho que a Plaza seguro que no le gustara ni un pelo ese par de despistes.

Sin Edwin Jackson, lesionado en su tobillo izquierdo -sin aparente gravedad-, Jamar Smith dio un paso al frente. Y es que no hay mal que por bien no venga. El exescolta del Limoges fue titular, disfrutó de 25 minutos y los aprovechó anotando 13 puntos, repartiendo tres asistencias y recuperando tres balones. Su imagen de despistado y de estar fuera de su hábitat natural de la Supercopa o de los dos primeros partidos de Liga y Euroliga dejó paso a una versión más reconocible del que es el tirador «oficial» del equipo para este curso.

Plaza aprovechó también el simulacro de partido para dar más minutos a quién más los necesita, pensando en lo que está por venir: Maccabi y Baskonia. Casi nada.