Es un hecho que la Euroliga no engancha en Málaga. De un tiempo a esta parte, en los partidos europeos del Unicaja hay demasiados asientos vacíos en el Martín Carpena. Ni siquiera la visita de los «grandes» del continente despierta el interés que debiera en una afición a la que le cuesta acudir al Palacio en los partidos entre semana.

Anteayer, viernes, el campeón de Italia solo atrajo al pabellón a 6.613 aficionados, según las estadísticas oficiales que facilita el propio club. De ellos, casi 700 fueron niños invitados de la escuela de Los Guindos y un centenar más, seguidores desplazados desde Italia para seguir a su equipo. Alguno puede pensar que es porque el Dinamo Sassari no tiene excesivo tirón, pero no vale como excusa porque el mal viene de lejos. Y si no, solo hace falta echar la vista atrás. El pasado curso, el día que el CSKA de Moscú -presunto mejor equipo de Europa- visitó Málaga, solo hubo 7.551 aficionados (menos de tres cuartos de entrada). Y el día del Maccabi, todavía menos, 7.301.

Esta pasada jornada es un buen ejemplo de la poca atención que despierta la máxima competición continental entre los seguidores verdes. De las 12 pistas europeas en las que hubo partidos de la Euroliga esta semana, solo en cuatro hubo menos de los 6.613 aficionados que acudieron al Carpena. Fue en el Khimki-Estrasburgo (1.500), en el Zielona Gora-Panathinaikos (3.672), Lokomotiv-Pinar (3.751) y en el Darussafaka-CSKA (3.900). Ninguno de estos cuatro equipos que ejercieron como locales, por cierto, tienen la más mínima tradición en el básket del Viejo Continente, algo que sí se ha ganado el Unicaja con sus resultados deportivos de la última década.

Los cinco equipos de Licencia A que jugaron esta vez en sus respectivas pistas sí superaron la cifra del Capena. El Zalgiris se llevó la palma con otro nuevo lleno en el Zalgirio Arena, casi 15.000 espectadores para ver al Barça. En Vitoria hubo casi 10.000 aficionados en la visita del Efes y en Madrid se superaron los 9.000, en la cita contra el Bayern. Los dos equipos de Licencia A que reunieron menos masa social esta semana fueron Olympiacos y EA7 Milán, aunque llegando o superando los 7.000.

El dato más espectacular de fidelidad entre afición y equipo llega, una vez más, desde Belgrado. Allí, el Estrella Roja metió en el Beograd Arena a 16.203 seguidores para presenciar el partido entre los serbios y el Fenerbahce turco. Los de Belgrado cuentan, junto al Maccabi, con la afición más fiel de Europa. Nunca fallan y es casi seguro el lleno o semilleno cada vez que ejercen como locales los rojiblancos o los amarillos en la máxima competición del baloncesto continental.

En un momento clave para el baloncesto europeo, en el que está en proceso elegir a solo unos privilegiados para disputar una liga continental semicerrada, el Unicaja cumple de sobra en lo deportivo con sus resultados de estos últimos años (diez temporadas consecutivas en el Top 16, más la que está en camino), pero tiene un déficit evidente en el apoyo popular. El Palacio ronda los 11.000 asientos y la mayor parte de los partidos se supera la media entrada... y gracias.

¿Por qué no va la gente al Martín Carpena en los partidos europeos? ¿Por qué cualquier rival de la parte baja de la clasificación de la Liga ACB tiene más tirón que el campeón de Italia o el de Alemania? ¿Merece Málaga que el Unicaja siga luchando contra todo y contra todos para tratar de seguir participando en la mejor competición del mundo, al margen de la NBA?...

Este periódico aprovechó este último choque continental ante el Dinamo Sassari para buscar la opinión sobre este asunto de los propios aficionados en los pasillos del Martín Carpena. Los horarios, la dificultad para ir entre semana al Palacio o la desmotivación de la grada son algunas de las causas que esgrimen los seguidores para tratar de explicar que la Euroliga no cuaje entre la «marea verde».

Por unas cosas u otras, el caso es que el Unicaja tiene un problema y solo sus aficionados lo pueden solucionar. Pedir la Licencia A (o como se llame a partir de ahora) es muy fácil, pero también hay que merecerla.