Algo falla en el Unicaja. Y, ciertamente, comienza a ser preocupante. Ya les dije la semana pasada que tenía la impresión de haberla pifiado en verano. De haber roto un equipo hecho, sólido, fiable y muy regular. Y haber apostado por el músculo, por jugadores con muy buena pinta, más jóvenes y más fuertes. Pero, una vez aquí, viéndolos en acción, preguntando y llamando, parece que hay un par de piezas que chirrían. Más por cabeza que por condiciones, mucho ojito. Algo muy complicado de carburar en verano.

Un trabajo de indagación y conocimientos de mercado que quizá no se ha hecho bien. Insisto, no es un problema de aptitud. Creo que tampoco es una cuestión de actitud. Más bien es de roles, de encajar en un grupo, de estar a disposición del coach y de dar lo que el equipo necesita de ti y no de tratar de que el equipo te lo de a ti. ¿Egos? Quizá... Y cada día que pasa tengo más claro que dar de baja a seis jugadores que la pasada temporada nos hicieron líderes 21 semanas en Liga, nos tuvieron a un triple de jugar la final de la ACB, a tres minutos de entrar en la final de la Copa y que llegaron al Top 16 huele a error y chamusquina.

A largo plazo, mucho ojo, sí que se vislumbra un equipo repleto de posibilidades. Con muchísimo futuro. Con un sinfín de variantes, de opciones, de quintetos distintos, de amenazas... Pero lo cierto es que la ilusión y las buenas perspectivas de hace sólo unos meses se han convertido en dudas, alimentadas por el propio caminar de este equipo, con sus meteduras de pata, con su falta de continuidad y con una marcha horrible en la Liga Endesa. ¿Se puede esperar a que todo encaje definitivamente?

Ésa es a día de hoy la pregunta. No confundan el debate. ¿Estamos preparados para soportar esta irregularidad? ¿Puede permitirse el Unicaja quedarse sin Copa del Rey sin que algo salte por los aires? La respuesta es clara y evidente. Mucho más después de ver el partido de Andorra de ayer al mediodía. Bien llevado en el primer cuarto y repleto de concesiones a partir de entonces. No se encontró el Unicaja cómodo ante un rival que no había ganado todavía en su pista. Permitió al Morabanc crecerse, meterse en el partido y de nuevo ocurrió lo que le pasa a este equipo: la gestión de los finales apretados es un autético despiporre. Un sinsentido. Plaza le dio las llaves de su equipo a Nedovic, como ocurrió en Sevilla, en plena debacle. Y el serbio es una bomba de relojería. Para lo bueno y para lo malo. Capaz de lo mejor y de lo peor. Me gustan los tíos así, descarados, atrevidos, efervescentes. Pero con moderación. Y no como tu única solución cuando se atasca el equipo. Así que las últimas canastas malagueñas fueron de Thomas, que recogió todo lo que Nedovic o Smith fallaron. Más los tiros libres del serbio.

Tuvo el Unicaja una ocasión para incluso empatar, con el 82-79, tras ver cómo entre Schreiner y Stojanovski ganaban el partido. El Andorra se comió un saque de banda y tuvo Nedovic seis segundos para anotar de tres. Lo que hizo fue consumir sólo un par de segundos y tirar a 10 metros de la canasta. No se perdió ahí el partido, desde luego. Fue mucho antes.

Tres derrotas consecutivas ha enlazado el equipo malagueño tras su histórica victoria en Moscú. Sevilla, Bamberg y Andorra han dado la vuelta a la situación. Y el problema, más acuciante aún, es que los verdes se ponen con un balance negativo en la Liga Endesa: tres triunfos y cuatro tropiezos.

El equipo es noveno, fuera de los ocho primeros y aspirar ahora a ser, al menos, cabeza de serie, suena casi a utopía. Porque la clasificación es la que es y las sensaciones, además, no son las mejores. Y porque el Unicaja tiene que visitar de aquí al final de la primera vuelta al Joventut en Badalona, al CAI Zaragoza, Herbalife Gran Canaria, Valencia y Real Madrid. Mucha tela...

El equipo no carbura, no se muestra fiable y regular. A Plaza se le ha visto en estos últimos partidos desencantado, en el banquillo. Urge dar un cambio a esta dinámica. Por fortuna, el Top 16 de la Euroliga está ya muy cerca. El equipo lo podría materializar el jueves si gana al Maccabi, en un choque que va a ser toda una reivindicación de la «marea verde» tras el atropello de la Euroliga. El aficionado seguro que se olvida de estos tres disgustos y de la situación tan complicada en la ACB y acude al Carpena a apoyar al equipo y a la institución que, a fin de cuentas, es la masa social del club.

Plaza y el equipo deben reflexionar. Tiempo han tenido en el viajecito indecente que le ha preparado el club. Y trabajar. Claro que eso mismo dijimos tras lo ocurrido en Bilbao. Y después de la derrota en Sevilla. Y aquí seguimos, con el mismo cuento y siendo reincidentes. Toca levantar la situación. Buscar alternativas dentro. O fuera.