Un arranque de último cuarto esperpéntico (18-3), cuando el rival más sufría y menos fuerza parecía tener, condenó anoche al Unicaja a una derrota en Estambul que por momentos pareció otra cosa y que «rescató» a tiempo un Darussafaka con más presupuesto que baloncesto y con más delirio de grandeza que presente real. Porque los turcos se habrán gastado mucho dinero este pasado verano, pero lo que es lucir, lucir, la verdad es que les luce poco por ahora.

La «necesidad» de ganar que tenía el equipo turco pudo anoche con lo poco que tenía en juego el Unicaja en Estambul. El equipo local, de haber perdido, se habría metido en un lío muy gordo. Por eso jugó al límite y supo sufrir más que un Unicaja más pendiente de lo de este domingo en Badalona que del «europartido» en la capital turca.

Tampoco ayudó nada para buscar asaltar el Volkswagen Arena lo mermado que se presentó el equipo de Joan Plaza en la pintura. Sin Hendrix sin Germán Gabriel y sin el sustituto del propio canterano, Jack Cooley, preparando las maletas para viajar desde Estados Unidos a Europa, el equipo se quedó demasiado mermado ante los interiores de un Darussafaka con mucho más músculo y kilos para hacer daño bajo los aros de ambos lados de la pista. Es curioso que la lucha del rebote cayó del lado cajista, pero no es menos cierto que Semih Erden, en el arranque, y Milko Bjelica, después, fueron decisivos para que la victoria se quedara en Estambul. Y es que para los verdes fue casi un «imposible» anotar una canasta debajo del aro rival. Se pueden contar con los dedos de una mano.

Lo bueno es que la derrota cajista de ayer no supone ningún paso atrás decisivo en este esprint final de la liguilla. Los verdes lucharán en las dos jornadas que faltan por ser primeros o segundos. Es difícil todavía saber qué puede ser mejor. Es difícil prever cuál de los dos grupos del próximo Top 16 tendrá menos «cocos». Lo que hay que amarrar como sea es, al menos, la segunda plaza para que el CSKA vaya por el otro lado del «cuadro». Éste debe ser el único objetivo para los verdes en los 80 minutos que restan de liguilla (40 en Italia y 40 más en el Carpena, ante el propio CSKA ruso).

El equipo no jugó nada bien ayer, es cierto, pero dio la cara. Nada que ver con lo de hace 15 días en Alemania. Aquella derrota fea en la pista del Brose dejó paso ayer a un revés en el Volkswagen Arena de Estambul cargado de lógica viendo lo que tenían en juego unos y otros, por mucho que al final del tercer cuarto pareciese que la victoria podía volar camino de Málaga.

Independientemente de unas cosas u otras, fue una pena ceder ante el nuevo rico del baloncesto otomano. Tras ganar en Moscú y en Tel Aviv, haber asaltado ayer Estambul habría sido casi como cuadrar el círculo continental. Sobre todo habría sido bonito por dar otro guantazo a mano abierta a la Euroliga, que desde que anunció que apartaba al Unicaja de sus planes de futuro ha tenido que «soportar» que los verdes hayan sido el único invicto de la competición, que hayan sido líderes o colíderes de su grupo o incluso el primer clasificado matemáticamente para el próximo Top 16, por delante de cualquiera de esos 11 Licencias A «protegidos» por la máxima competición europea. Una respuesta deportiva muy contundente, desde luego, tras ser ninguneado por la propia competición.

El Unicaja sigue sumando partidos en busca de esa ansiada regularidad que no acaba de llegar. Tras dos victorias seguidas la semana pasada (Maccabi y Estudiantes), el equipo anoche volvió a «enseñar» demasiadas sombras. Sobre todo en ataque. Le costó una barbaridad circular el balón con criterio y encontrar buenas posiciones de tiro en el cinco contra cinco. Vivió de los ramalazos puntuales de Thomas y de Nedovic, demasiado poco bagaje para ganar fuera de casa en la mejor competición del baloncesto en Europa. Sin puntería y sin paciencia, el equipo regaló demasiados balones y no tuvo el instinto asesino necesario para ponerse 12 ó 13 arriba en el esprint final del tercer cuarto y «matar» las ilusiones del rival.

Habrá que pasar página. Estambul ya es pasado. Ahora todas las miradas hay que dirigirlas a Badalona. Mañana mismo, desde las 13 horas, el equipo no diré que juega una finalísima... pero casi. La Copa del Rey de A Coruña 2016 está en juego. Y esta vez, ante el Joventut, no será un partido medio light como el de ayer en Turquía. Mañana hay que ganar sí... o también.