El Unicaja sigue quitando clavos del ataúd en el que Jordi Bertomeu y los «11 Licencia A» le metieron hace un mes y pico. Trabajo arduo y lento, pero henchido de orgullo. A estas alturas, apenas le queda ya el amor propio para seguir reivindicando su pasión incondicional por la Euroliga, tras 15 temporadas consecutivas jugando la mejor competición y 11 años en el Top 16. Anoche, en la isla de Cerdeña, en la pequeña población de Sassari, dio otro puñetazo a la tapa para sacar ya la cabeza, los pies y las manos. El resto del cuerpo saldrá el viernes, en el Martín Carpena, a las 20.45 horas. Pero no habrá funeral ni difuntos, si no el equipo más rico de Europa, el CSKA de Moscú. Lejos de darnos la extremaunción, el CSKA llegará a Málaga para poner en juego su liderato. Ser campeones de grupo está al alcance del Unicaja. Que se lo ha ganado en la pista. Él solito, mientras le machacaban en los despachos.

El equipo malagueño será el mejor del Grupo D de la Euroliga 2015/16, por delante de rusos, del Brose, del Darussafaka, del Maccabi y del Dinamo Sassari. Debe ganar, eso sí. Tarea complicadísima, porque los De Colo, Teodosic, Haynes y compañía no vendrán de turismo a la Costa del Sol. El primer puesto, el liderato, sólo reporta honor y estatus. Pero, tal y como están los acontecimientos, al Unicaja no le queda mucho más. Además de un equipo que se ha rehecho de forma encomiable y de una afición que, si ante el Maccabi estuvo soberbia, frente al CSKA debe coronarse y demostrar ser «la mejor de Europa».

La victoria en Italia deja varias lecturas. Richard Hendrix, jugando a su máximo nivel, es una auténtica pasada. Anotó ocho puntos en el primer cuarto con la gorra, llegó a los 14 al descanso, puso la máxima en el arranque (39-50) y acabó con sólo 16 porque en la segunda parte jugó como poste repetidor en la zona, dando un clínic de baloncesto, guiando al Unicaja. Un escándalo de partido el suyo. Y parece que ni se despeinó. El americano ha estado fuera de la dinámica del equipo durante una semana por un problema personal y parece que su pequeñín le ha dado fuerzas para regresar a un nivel estelar. Es, sin duda, el factor diferencial de este Unicaja. Con él jugando al nivel de anoche, el equipo puede aspirar a lo que se proponga (ganar al Barça y al CSKA, por qué no) si el grupo sigue creciendo y cimentando su base: defensa, rebote y, cada vez, más acierto.

Porque los dos exteriores, tras un mes y medido con más dudas que certidumbres, comienzan a aparecer. Con hechos. Ante el Joventut firmaron entre ambos 30 puntos. En Italia, los dos acumularon 27. Jackson salió con la escopeta preparada y el relevo de Jamar Smith fue aún más pletórico. Una lástima que Plaza le cambiara cuando mejor estaba. Pero son las cosas del coach. Relevos continuos, a veces sin importar un momento on fire. El americano volvió luego con el mismo espíritu, con 20 puntos, y sólo tres fallos en su carta de tiro. Y los tres, al final, con todo resuelto ya.

El tercer apunte destacado tiene nombre y apellido: Jack Cooley. El americano debutó a 2:36 del primer cuarto, con 20-18 abajo. Y cuando se marchó al banquillo, a 5:17 del descanso, el Unicaja ya mandaba 29-36. Su segunda aparición dejó menos color. En él se adivinan más luces que sombras y, por encima de todo, espíritu de trabajo y de equipo. Para mí, ya es el «Soldado Cooley». Tiene pinta de responderle a Plaza en los tiempos muertos con un «¡señor, sí señor!».

Estuvo sólido el Unicaja, con una máxima de +18 (43-61) y continuas ventajas en dobles dígitos desde el tercer cuarto. Tuvo buena parte de «culpa» Kuzminskas. El lituano siguió creciendo ayer, con grandes minutos. Se gustó, metió un matazo y jugó a un gran nivel. Lástima las 16 pérdidas. Ese detalle hay que mejorarlo contra el Barcelona.