Es una pasada lo que ha logrado el Unicaja en esta Fase Regular de la Euroliga. Acabar con un récord de 7-3 es una barbaridad. Perder sólo tres partidos en un grupito con CSKA, Brose, Darussafaka o Maccabi es, piénsenlo tranquilamente, excepcional. Y semejante bagaje le permitió al Unicaja anoche la posibilidad incluso de elegir. Porque lo complicado, lo duro, ya estaba hecho. Viajar al Top 16 sin el CSKA es el premio gordo de esta Fase Regular. Quitarte al equipo más rico de Europa, el viaje más pesado y dos derrotas casi garantizadas es una hazaña. Todo eso es lo que logró antes de jugar anoche el Unicaja. Más allá de sacarle los colores al Maccabi, y mandar a un club con «Licencia A» a la Eurocup.

Luego, en el fragor de la batalla, sabiendo ya qué grupo era más o menos beneficioso, el Unicaja llegó a abstraerse totalmente. Le peleó de tú a tú al CSKA. Durante el primer y el segundo cuarto, el Unicaja fue mejor, estuvo más acertado, fue más dinámico, mereció mucho más que ese 46-42 que reflejaba el marcador. En el tercer cuarto, el CSKA sólo dio «vidilla» hasta el 54-53. A partir de ahí fue un ciclón, liderado por un magistral De Colo, que encontró en dos secundarios como Kurbanov y Nichols, dos «pistoleros» inapelables e infalibles. Y, dicho sea de paso, también contó con la ayuda arbitral.

No sé para qué demonios le harán falta los árbitros a un equipo como el CSKA para ganar en Málaga. Pero, por si las moscas, los tres del pito terminaron por hundir en la miseria al Unicaja. No les dio un respiro. Pitó cada falta y, si no había, se la inventaban. Y dio rienda suelta a la diversión de un CSKA muy sobrado que, cuando apretó de lo lindo, no encontró más respuestas del Unicaja.

Entre otras cosas, seamos serios y sensatos, porque ésta no era la guerra malagueña. Un equipazo como el CSKA no mira rivales. Qué les importa a ellos jugar con unos u otros en el Top 16. Saben que van a pasar. Sí o sí. Pero el Unicaja posee otros intereses. El Grupo F, con Madrid, Barça, Olympiacos o Khimki, sonaba a suicidio. Sin embargo, el Grupo E, en el que se jugará su futuro a partir de ahora el equipo costasoleño, sí que da más opciones. Buscar una de las cuatro plazas en juego ante Fenerbahce, Estrella Roja, Efes, Cedevita, Lokomotiv, Panathinaikos y Darussafaka no suena a misión imposible. Si la fuerza acompaña al Unicaja, si el club de verdad apuesta por la Euroliga y fleta tres chárters (Belgrado, Zagreb y Krasnodar), si el Unicaja juega a su mejor nivel, si el Carpena presenta la entrada de ayer (9.120) en cada noche de partido... Entre todos, el Unicaja puede soñar con el Top 8, el segundo de su historia. Se ha ganado ese crédito.

No mereció el Unicaja acabar perdiendo el partido por 12 puntos ante el CSKA. Pero el baloncesto es así, y los rusos, todo hay que decirlo, son muy buenos. Cuando, al final del tercer cuarto, el Unicaja le perdió la vista al partido (de 54-53 a 63-71), el CSKA puso ya la directa. Ayudado, como casi siempre, por un trío arbitral que, cuando vio al Unicaja en el suelo, terminó por pisarle. Como a una colilla. Castigándole todo lo posible y más, y mirando para otro lado con los rusos. Que, ciertamente, no necesitaban ninguna ayuda extra viendo su potencial, su increíble cantidad de recursos.

Se perdió, como ante el FC Barcelona. Esta vez no hubo opciones. Aunque sí que pareció que el Unicaja se guardó algo en el armario. Hubo momentos puntales muy buenos de mucha gente: Jackson, Nedovic, Fran (nada mejor que la competencia) y el de siempre, Will Thomas. Plaza rotó, como le gusta. Ayer, todavía más. Y, sin tiempo ni de respirar, hoy toca viajar a Zaragoza. Mañana hay una final por la Copa del Rey. Mucho en juego también.