No sé qué pasa, pero este Unicaja nuestro no acaba de arrancar. Parecía que iba en línea ascendente hace un par de semanas, pero tres derrotas seguidas ante Barcelona, CSKA y CAI le han vuelto a colocar en una dinámica tan horrible como peligrosa. El traspié de ayer llegó, además, acompañado de una imagen blanda y aturullada más propia de épocas pasadas que de esta actual «era Plaza».

La verdad es que el equipo naufragó ayer en Zaragoza de principio a fin. Estuvo a merced del rival del minuto 1 al 40, se atascó una y otra vez en el ataque posicional y le llovieron los triples desde todos los lados de la pista. Fue por momentos descorazonador ver al Unicaja 10 ó 12 abajo ante un CAI hundido en la parte baja de la tabla y muy lejos de ese equipo duro y competitivo de años precedentes.

Como todo siempre puede ir a peor, la noticia paralela a la derrota de anoche es la grave lesión de Stefan Markovic, que se lastimó el tobillo en el segundo cuarto, se retiró sin apoyar la pierna y tiene roto el peroné, lo que supone una baja de larga duración, todavía por definir. Una noticia durísima para el equipo en este momento clave de la Fase Regular en el que cada día es una final en busca del billete para la Copa. Vamos, un desastre total.

Ayer no estuvo fino nadie. Empezando por el propio Plaza, que quizás «escondió» demasiado a Kuzminskas, le dio más minutos de los que merecían a su dos escoltas y se «olvidó», sin embargo, de Jack Cooley. Llama la atención lo del americano recién llegado. El pívot no apareció por el parqué hasta el tercer cuarto, pero es que incluso fue de lo mejor del Unicaja en el partido en los seis minutos que jugó. Salió a rebote por minuto (6) y, sobre todo, le puso ganas y energía a un equipo que anoche careció casi siempre de punch. Por eso resulta extraño -salvo problema médico o físico que no sepamos­- que Cooley fuera ayer más agitador de toallas en el banquillo que «contagiador» (perdón por el palabro) de masas en la pista. Es verdad que a toro pasado es muy fácil opinar, pero yo, la verdad, no lo entiendo.

El caso es que Zaragoza, un año más, fue territorio comanche para el Unicaja. Son muchas veces ya en las que ir al Pabellón Príncipe Felipe es más una odisea que un viaje de placer (por mucho que siempre esté en nuestro recuerdo aquella Copa del Rey maña de 2005). Fue una pena perder, sobre todo, por cómo se dio el resto de la jornada. Y es que, un triunfo anoche habría supuesto un empujón considerable en la tabla, después de un fin de semana perfecto para los verdes en las otras canchas de la Liga Endesa. Todos los resultados se alinearon para ayudar al Unicaja a mantenerse en el Top 6 de la Liga, incluso cediendo en la capital aragonesa. Y es que perdieron todos los equipos que estaban empatados hasta ayer con los de Los Guindos a 5 victorias en la clasificación: Andorra, Manresa, Joventut, Bilbao Basket y hasta el Obradoiro (aunque lo de los gallegos es menos importante ya que tienen plaza fija en la Copa 2016 por su condición de locales). Una carambola de resultados, la de esta jornada 11, que supone que el atasco en la tabla entre el puesto 6 y el 12 sea peor que el de la Avenida de Andalucía en hora punta. Seis equipos (sin contra al Obradoiro) lucharán de aquí al final de la primera vuelta por las dos plazas vacantes. La pelea promete ser memorable.

Los números fríos de las estadísticas explican buena parte del porqué de la derrota. El Unicaja hizo 9 de 30 triples -entre Jamar Smith y Edwin Jackson 2 de 10- y perdió ¡¡19 balones!! El rival, que es el peor equipo de la Liga Endesa lanzando desde la línea de 6.75, anotó, sin embargo, 13 de 24 «bombas». ¿Acierto de ellos? ¿Fallo en la defensa cajista?...¡Quién lo sabe!

El partido amenazó ruina desde el salto inicial. Solo un 2+1 de Richard Hendrix puso en ventaja una vez a los cajistas, 9-11, con 7 minutos jugados. Antes de eso y después de eso, el CAI siempre lideró el marcador y llevó el «tempo» del partido. En el segundo cuarto, el equipo de Plaza ya salvó una primera situación límite, 24-15, que se repitió y amplió tras el descanso, 49-37 (12 abajo). Un último arreón, más por miedo a ganar de ellos, que por acierto cajista, todavía hizo soñar con un milagro que se quedó, definitivamente, a 4 puntos de distancia: 76-72.

El equipo viaja directamente hoy a Las Palmas para jugar mañana a las 21.30 horas contra el Herbalife de Aíto García Reneses. El partido se ha convertido en una «finalísima» por la Copa. Quedan seis jornadas por delante, hay que ganar cuatro partidos. Los tres de casa y uno más, que tendrá que ser a domicilio. Queda por visitar al Herbalife, al Valencia Basket y al Real Madrid. Así que lo de mañana... ¿es o no es una final?