Se avecina un mes de enero de echar muchas cuentas, estar pendiente de muchas canchas rivales y sumar y restar averages propios y ajenos casi cada día. La Copa del Rey de A Coruña pende de un hilo para el Unicaja, que ayer solventó el primer cara o cruz con buena nota, pero que tiene todavía cuatro finales más por delante y la calculadora a tope de batería para «soportar» la brutal catarata de números que se avecinan estas próximas semanas.

Los verdes necesitaban ayer un «chute» de autoestima después del fiasco de Gran Canaria. El equipo mejoró su imagen, ganó con solvencia al ICL Manresa, uno de sus «presuntos» rivales directos, y quiso dejar claro que no está muerto en su intento de estar en el torneo del k.o en tierras gallegas.

Había dos objetivos prioritarios ayer ante los catalanes: ganar y mejorar lo más posible el average por lo que pueda pasar dentro de cuatro semanas. Y es que ese día la ACB desempatará a los equipos con mismo número de victorias y derrotas según la diferencia de puntos a favor y en contra que hayan sumado en las 17 primeras jornadas. El + 27 de ayer ante los manresanos pone al Unicaja con un global de +17, que podría ser una ayuda importante para estar entre los «elegidos», si es que se siguen ganando partidos.

Tres derrotas después, el Unicaja se reencontró con la gloria, aunque hay que reconocer que tuvo el partido de cara y cuesta abajo desde el mismo salto inicial. Viendo lo que vimos ayer, es inconcebible que Unicaja y Manresa tengan las mismas victorias a cutro jornadas del final de la primera vuelta. Es la prueba más evidente de lo mal que lo han hecho los de Plaza muchos fines de semana. Y es que duele ver en la clasificación que algunos de tus rivales directos para ir a la Copa sean el «Fuenla», el Sevilla, el MoraBanc Andorra o este Manresa. Es desalentador. La lógica decía que había que estar peleando con Valencia, Barça y Madrid. Pero la realidad es la que es.

Sin el lesionado Markovic y sin llegar a tiempo los «papeles» de su sustituto, DeMarcus Nelson, fueron Nedovic y Alberto Díaz los directores de la «película». El canterano fue el titular y el que más jugó. El serbio mostró la incosistencia habitual, con cosas buenas y malas casi a partes iguales.

Otro de los focos ayer apuntaba a los dos escoltas. Hay un descontento evidente en el club con las prestaciones del perímetro. Incluso se ha buscado a contrarreloj «algo» en el mercado para mejorar la línea exterior. Jamar Smith respondió al órdago jugando su mejor partido desde que es jugador del Unicaja. Hizo 23 puntos, con 5 de 6 en triples. Edwin Jackson, quizás el más señalado, no estuvo tan fino. Hizo dos faltas nada más salir, aunque fue de menos a más y aprobó el examen.

La otra gran duda ayer era saber cómo reaccionaría el Palacio al mal momento del equipo. La grada estuvo espectacular desde el minuto 1 al 40. Animó, cantó y bailó al ritmo de sus jugadores. Nada que objetar a una «marea verde», que cuando se pone a chillar es única, en España y en Europa.

El Unicaja sube ahora a la séptima plaza. No es garantía de nada porque si no gana en Valencia o en la pista del Real Madrid, su puesto entre los 7 primeros será circunstancial. Ahora, de todas formas, hay que aparcar el objetivo copero para abrir el europeo. Mañana arranca un muy ilusionante Top 16 en el Carpena. El Darussafaka turco será el primer rival. Ganar serviría para cerrar con muy buena cara el año. Ojalá.