La Copa del Rey es ya un imposible y la Euroliga está, desde ayer, un poco más cuesta arriba. El Unicaja cedió anoche ante el Anadolu Efes en la quinta entrega del Top 16 europeo y las cuentas empiezan a no salir a un equipo al que ayer, eso sí, hay que ponerle pocas pegas. Porque anoche el Unicaja fue valiente, le jugó de tú a tú al Efes y le echó todo el alma que pudo, lástima que le faltara un poquito más de respeto de los de gris y esa pizca de suerte que siempre hace falta cuando tienes al otro lado de la pista un rival de tanto tronío.

Y es que el Efes, liderado en el Carpena por un imperial Jayson Granger, autor de 22 puntos y dominador del ritmo del partido, demostró por qué cuenta en muchas quinielas como uno de los favoritos a estar en la lucha final por el título en Berlín. Es un equipazo, con una plantilla larga y compensada, aunque ayer el Unicaja, durante casi todo el partido, lo mantuviera a rebufo.

En un partido igualado de principio a fin, el marcador final fue muy cruel con los cajistas, condenados al -10 (75-85) tras ser incapaces de anotar una sola canasta en los últimos cuatro minutos largos del partido. Demasiada ventaja para un Efes que sale de Málaga en una posición envidiable camino de los cuartos de final.

Como a perro flaco, todos son pulgas, a la dolorosa derrota hay que añadir, para más inri, la lesión de Richard Hendrix, que abandonó el parqué ayudado por sus compañeros, sin poder apoyar su pie izquierdo, por culpa de un esguince. Habrá que esperar para ver qué tiene el americano, uno de los mejores ayer del Unicaja.

Los 40 minutos de ayer suponen un serio «eurocontratiempo». Perder en casa, y ante un «presunto» rival directo, supone ahora obligarse a un considerable sobreesfuerzo. Ya no vale solo con sumar lo que queda en el Carpena. Habrá que buscar fuera de casa, como mínimo, lo que se escapó anoche del Palacio. Un duro reto para un equipo que tampoco está para tirar muchos cohetes, aunque anoche ofreciera más luces que sombras.

La vuelta de Granger fue muy dañina para los intereses cajistas. Al uruguayo se le echa de menos en Málaga por exhibiciones como la de ayer. Granger activó el modo «on» desde el primer segundo del primer minuto del primer cuarto y fue amo y señor de todo lo que pasó en la pista. Gracias a él, el Unicaja no rompió el partido cada vez que se puso 5, 6 o hasta 9 arriba. Y a la hora de la verdad, en los cuatro minutos finales, ejerció de director de orquesta para acabar de apuntillar a su exequipo.

Si alguien pensaba que el cabreo de la marea verde iba a ser más gordo que la fidelidad a sus colores, se equivocó. Es verdad que en un partido que merecía el cartel de «No hay billetes» había poco más de media entrada, pero los desencantados y apocalípticos debieron quedarse todos en sus casas porque los que estuvieron en el Carpena animaron, sobre todo a partir del descanso, como si les fuera la misma vida en el partido.

En fin, Europa está más difícil que ayer a primera hora de la noche, pero todavía es un objetivo al alcance de la mano. Perder con el Efes podría entrar incluso hasta en lo «normal». Eso sí, la próxima semana llegará a Málaga el Lokomotiv Kuban de Víctor Claver en un partido en el que ya no valdrá otra cosa que no sea ganar. No me quiero ni imaginar otra derrota y una eliminación virtual con dos meses más de Top 16 por delante. Me niego.