Las rodillas le obligaron a retirarse prematuramente de las canchas de juego, donde Francis Sánchez había sentado cátedra. Al malagueño, criado en el Unicaja, internacional en las categorías inferiores de la selección nacional (cadete, júnior y sub´22), le perseguían literalmente los agentes. El más reputado de su época, y ex del Caja de Ronda, Arturo Ortega, le representó hasta 2006. Hizo una pretemporada con el Unicaja de Javier Imbroda, pero tuvo que emigrar para jugar y vivir de su gran pasión, el básket. Fue de un equipo a otro, convirtiéndose en el mejor triplista en la historia de la LEB Oro. Pero sus rodillas, cuando ya había fichado por el Clínicas Rincón para volver a casa, dijeron basta. La izquierda hizo «crack» en la pretemporada de 2013/14. Francis Sánchez tuvo que colgar las zapatillas.

Desempolvó los libros -ostenta la titulación de entrenador superior desde 2007, en Tenerife-, comenzó a dominar los programas de visionado y análisis de jugadas, hacer scouting, calcular estadísticas que no maneja el gran público... Incluso asistió a entrenamientos de Joan Plaza en el Unicaja. «Le estoy muy agradecido por la ayuda que me prestó. Me permitió asistir a unos 40 entrenamientos y he aprendido muchísimo de él. Se lo agradezco enormemente», explica Francis, que el pasado verano recibió la llamada del UCAM Murcia de la LEB Oro. Un fichajazo: entrenador ayudante de Fotis Katsikaris.

Hizo la pretemporada como entrenador en jefe, porque el griego dirigía a la selección de su país en el Eurobásket y él, junto a Josh Fisher, se encargó de los entrenamientos e incluso de dirigir los partidos amistosos del verano. La vida le iba de maravilla hasta que en septiembre todo cambió.

Su hija Martina había vuelto de Argentina, junto a su mujer, de pasar las vacaciones extremadamente delgada y con muy mal color. Algo no iba bien en su cuerpecito. Las pruebas médicas dejaron helado a Francis, a toda su familia y amigos y, por ende, al mundo del baloncesto. Martina sufría una leucemia. Enseguida comenzaron los ciclos de quimioterapia y pronto le fue devuelto el cariño que un buen tío como él había sembrado por todos los rincones del mapa del básket nacional: Plasencia, Cáceres, Melilla, Ourense.... Y, por supuesto, Murcia, donde sus «jefes» se comportaron como amigos.

El malagueño ha continuado siendo, a todos los efectos, entrenador ayudante del UCAM Murcia. Sólo que su partido pasó a jugarse en el Materno Infantil de Málaga, en el área de Oncología. Cambió la pizarra por las mascarillas y los pasillos de los vestuarios por los del centro hospitalario. Puso su vida al servicio de la pequeña Martina, que fue asimilando bien el tratamiento y respondiendo de forma satisfactoria, para alegría plena y felicidad mayúscula de todo el baloncesto malagueño y español.

La mejoría de Martina, a la que sólo le falta ya un ciclo de quimio, le ha permitido irse los jueves a Murcia a preparar los partidos y regresar a casa los lunes. Así que el exalero estará mañana, con chaqueta y corbata en vez de zapatillas, en el José María Martín Carpena, donde sólo disputó un partido durante su larguísima carrera profesional como jugador, con el entonces ascendido Lucentum Alicante, en la época de Boza Maljkovic.

El malagueño se sentará en el banquillo del UCAM Murcia, del equipo visitante. Habrá un malagueño en el banco, como técnico ayudante de Katsikaris, además de Ángel Sánchez Cañete, en el del Uncaja con Plaza. Y la vida le va a regalar la presencia de su hija Martina en la grada del Palacio de los Deportes. «La doctora le ha permitido que esté presente en el Carpena. Sólo nos ha dicho que tiene que llegar pronto, antes de que haya mucha gente, y que debe salir después de todo el bullicio», dice. Martina verá a papá en acción. El mejor regalo para Francis Sánchez.