El mejor Unicaja de las últimas semanas hizo ayer sudar la gota gorda al líder de la Liga Endesa en su Palau Blaugrana. Lo dominó desde el primer minuto con más o menos solvencia, lo tuvo contra las cuerdas en el tercer cuarto, 46-57, y lo aguantó hasta que faltaban 8 minutitos, 65-68. Lo que pasa es que el depósito de la gasolina, que ya había encendido minutos atrás la luz de la reserva, se quedó seco en un esprint final que se hizo muy cuesta arriba y en el que el Barça impuso la ley del más fuerte.

Hay derrotas que duelen y otras de las que a veces se sacan incluso más conclusiones positivas que negativas. La de ayer, en la guarida culé, es una de ésas que se puede admitir como «lógica», por mucho que se amplíe la mala racha liguera y por mucho que se complique un poquito más acceder a la zona noble de la clasificación.

El Unicaja fue ayer otra vez un equipo. No hubo guerras de guerrillas entre sus jugadores con esos ataques inexplicables de uno contra cinco de partidos precedentes. Ayer se movió el balón, se trabajó atrás, se lanzó con acierto y, lo que más ganas teníamos todos, se compitió. Y eso que al otro lado de la pista estaba uno de los grandes de España y de Europa. Ahora que viene una catarata de cambios con jugadores que se van y otros que están a punto de llegar, este 83-77 debe ser una buena piedra sobre la que edificar el resto del proyecto.

El «estratega» Joan Plaza también «resucitó» en el Palau. Algún mal pensado dirá que el técnico catalán se esmeró en Barcelona «metiendo ficha» de cara a su hipotética llegada a Can Barça el próximo curso. Sea por eso o simplemente porque tocaba, lo cierto es que Plaza sorprendió colocando al equipo en una eterna zona 2-3 que amargó la existencia a un rival que nunca pensó que tendría que esperar al final del último cuarto para afianzar su liderato. La pizarra del entrenador verde pudo con la de Pascual, aunque el mayor arsenal culé sirvió para mitigar el «baño» de Joan a Xavi en el plan previo de partido.

La verdad es que hacía tiempo que el Unicaja no jugaba al baloncesto como en los primeros 20 minutos de ayer. Sin tantas rotaciones como otros días, el equipo se asentó en el Palau desde el primer minuto. Refugiado en esa inesperada defensa zonal y especialmente acertado desde la línea de 6.75, el equipo cajista mandó con mucha solvencia en dos primeros cuartos en los que los verdes nos hicieron recordar a ese Unicaja aspirante a todo que la pasada temporada maravilló durante muchos meses con su juego.

El 38-70 en valoración al descanso fue tan contundente como merecido, después de anotar 7 de 14 triples, de perder solo 3 balones, de recuperar seis bolas y dominar el rebote, por dar solo algunos de los datos numéricos de 20 minutos de muy buenas sensaciones. Mención especial, por cierto, para Jack Cooley, con más galones ayer tras la «espantá» de Richard Hendrix, autor en esos dos primeros cuartos de 14 puntos.

El Barcelona volvió del intermedio decidido a darle la vuelta al marcador. Pero la resistencia cajista todavía dio para casi 12 minutos más, 65-68. A partir de ahí sí se acabó el fuelle. Navarro y Arroyo acertaron con sendos triples, iniciando un parcial de 16-2 que «mató» las aspiraciones verdes, 81-70.

A pesar de las buenas sensaciones, mirar la clasificación sigue siendo doloroso. El equipo está fuera de las ocho primeras plazas, con dos victorias de desventaja sobre el Fuenlabrada (6º) y una sobre UCAM Murcia (7º) y Bilbao (8º).

La semana que arranca hoy traerá caras nuevas al plantel. Kenneth Hayes reforzará -o la menos lo intentará- el perímetro y un pívot comunitario podría suplir en la pintura a Richard Hendrix, si es que se oficializa su desvinculación. ¿Habrá más llegadas? Apuesto que no. ¿Habrá más salidas?... Pienso que sí. Veremos.