El 22 de octubre el Estrella Roja visitó la cancha del Real Madrid en la Euroliga. El equipo serbio fue aniquilado por los blancos. No recuerdo una actuación más pobre de un equipo que los primeros 20 minutos del equipo rojiblanco. 22-6 al final del primer cuarto, 34-14 al descanso, 82-41 al final del tercero y a pesar de todo, la sensación era que los balcánicos estaban cosechando un buen resultado para los méritos que estaban haciendo. El último cuarto fue de maquillaje, con un Madrid lleno de suplentes para firmar un 98-71 final.

A esa derrota siguió otra en Moscú ante el Khimki, pero el equipo de Dejan Radonjic no se cayó y consiguió darle la vuelta a la situación. En la segunda vuelta ganó de manera consecutiva en su pabellón al Real Madrid y al Khimki consiguiendo su clasificación para el Top 16. Ambos partidos tuvieron un protagonista principal, Maik Zirbes, y es que cuando el pívot alemán juega bien, el equipo serbio suele ganar. En estos dos partidos firmó 26 puntos con 32 de valoración contra los blancos y 27 puntos (33 de valoración) con los rusos.

Zirbes nació en Traben, una ciudad balneario de la Renania Palatina, a mitad de camino entre Frankfurt y Luxemburgo. De pequeño soñaba con ser futbolista, más en concreto portero, aunque también pensaba que si en el deporte no le iba bien podría ser arquitecto o en el peor de los casos camionero. Es evidente que como futurólogo no se ganará la vida porque a los 12 años decidió probar con el baloncesto y sólo 5 años más tarde firmaba su primer contrato profesional con el Trier. Un año más tarde era el mejor pívot de un torneo muy familiar, el de Mannheim.

Dejó los estudios para centrarse en el baloncesto y a este deporte dedicó su vida. En su brazo derecho tiene un tatuaje en japonés con la palabra baloncesto porque para él es el centro de su vida y a lo que dedica todo su tiempo. Su ambición es jugar al menos hasta los 38 años. Zirbes no es un jugador de un gran talento, su aportación se basa en el trabajo y el esfuerzo y buena prueba de ello es el lema de su vida, que lleva tatuado en la espalda: «Lo que haces, hazlo al 100 por 100». Así entiende la vida y también el baloncesto. Sólo una excepción, la comida. Dentro de su estricta dieta se permite saltársela una vez cada 15 días para disfrutar de la mesa y el mantel.

En 2009 acudió con su selección a la universiada de Belgrado y allí conoció a una joven serbia que vivía en Alemania, Iva Blagojevic, que poco después se convertiría en su novia. En 2012 Zirbes fue fichado por el Bamberg para sustituir a Tibor Pleiss, pero no acabó de encajar en el equipo. Dos años después cuando se encontraba en Serbia con su novia recibió la oferta del Estrella Roja y no lo dudó. El conocimiento del idioma y la cultura le facilitó la integración y ahora vive el mejor momento deportivo de su carrera, a pesar de que hace menos de un mes rompió con Iva. Zirbes y el Estrella Roja supieron salir del pozo de una humillante derrota en Madrid para remontar y no sólo colarse en el Top 16, sino de estar muy cerca de pasar a cuartos de final. Su ejemplo debe valer para un Unicaja que ya sin opciones, debe pasar este examen de la mejor manera posible para poder centrarse en el vital partido del domingo ante el Baskonia. Suerte€