Cuando tenía 10 años, su hermano Brian de 13, fue asesinado con un disparo en la espalda. Dixon recuerda que llevaba una camiseta de béisbol azul dentro del ataúd en el funeral mientras su madre, Lawanda, asistía esposada y rodeada por funcionarios de prisiones. Este desgarrador testimonio que Bobby Dixon descubría a Justin Breen del DNAinfo de Chicago describe a la perfección cómo ha sido la vida de una de las estrellas del Fenerbahce.

Todo en su vida parecía encaminado a terminar mal, desde su nacimiento que se produjo debajo de una escalera. El 10 de abril de 1983, Lawanda Dixon regresaba a casa desde la lavandería cuando rompió aguas, intentó llegar a casa pero no lo logró y con la ayuda de su pareja, Johny Newell, dio a luz al pequeño Bobby en el portal de la vivienda debajo de la escalera. Lawanda se pasaba el tiempo entrando y saliendo de prisión por tráfico de drogas y el pequeño Bobby peregrinaba por las casas de sus familiares en el Updown de Chicago, Rogers Park o Humboldt Park. Además consumía heroína, cocaína y crack. El propio Dixon fue condenado cuando tenía 18 años por tráfico de drogas, lo que definía como el «negocio familiar». Pero cuando parecía que no tenia salida encontró el baloncesto y al entrenador Bryan McKinney, el hombre que cambió su vida.

Comenzó a destacar en la escuela secundaria pero por sus antecedentes personales y familiares ninguna universidad quería contar con sus servicios. McKinney se lo tomó como un reto personal y convenció a la pequeña Kankakee Community College para que le diera una beca parcial. En su primer partido anotó 27 puntos como suplente y en el segundo, también saliendo del banquillo, 18 más. Terminó el ciclo de dos años y recibió la llamada de una universidad de la División I, Troy University de Alabama. Dixon estaba en el camino pero todavía le quedaba mucho por recorrer porque hasta cerca de los 30 años no ha conseguido el reconocimiento a su juego.

Sin oportunidades en la NBA comenzó un peregrinar por Francia (Saint Etienne, Gravelines, Le Mans, ASVEL y Dijon), Italia (Treviso y Brindisi) y hasta Polonia (Polpak) para aterrizar en 2012 en Izmir y jugar la liga turca con el Pinar Karsiyaka. Allí desplegó su mejor juego hasta conseguir el título la temporada pasada siendo coronado también MVP. Esto le ha servido para firmar un contrato millonario con el Fenerbahce. Nunca ganó mucho dinero pero Bobby le compró una casa a su madre en 2011. Lawanda ya está rehabilitada de su adicción a las drogas.

«Mi vida no fue fácil y mi madre no ayudó, pero ahora está bien y se lo merece. Sólo tienes una madre y si puedes ayudarla debes hacerlo». Vive para su pareja, Tangela Oliver, y sus hijas, Heaven de 10 años y Angel, de 6. Su compromiso con la comunidad hace que vuelva a Chicago a menudo para ayudar a los jóvenes que viven una infancia como la suya a través de su fundación «LionHeart».

Bobby Dixon será testigo del último partido del Unicaja en la Euroliga, al menos hasta dentro de dos temporadas. Un ciclo que comenzó hace 15 años contra la Benetton de Treviso de Mike D’Antoni y que finaliza en el Carpena contra el Fenerbahce de Zeljko Obradovic. No es un adiós, es un hasta pronto. Suerte…