­Hamady N´Diaye no para de sonreír. A los 29 años, el baloncesto le ha «regalado» la oportunidad de su vida, como él mismo confiesa. Viste el polo verde del Unicaja y llega con una motivación brutal. Va a poder jugar, por fin en su carrera, en un equipo del máximo nivel, tras su paso por la NBA, donde ha disputado 33 partidos en la NBA: 19 con los Washington Wizards (2010/11) y 14 con los Sacramento Kings (2013/14). Después fue «picando» de un sitio a otro. Que si China, Líbano o Singapur. Este pasado curso jugó en una Liga más importante como la de Israel, en el Bnei Herzliya, club con el que llegó a los cuartos de final de la competición hebrea. Disputó 32 partidos, con una media de 21 minutos en pista, y unos promedios de 6,9 puntos, 5,2 rebotes, 2,3 tapones y 10,7 de valoración, con un 57% en tiros de dos y un pobre 42% desde la personal.

Ahora está en Málaga, en el Unicaja, donde va a poder trabajar junto a «una leyenda de Senegal», su compatriota Boniface Ndong. La llamada del Unicaja le hizo tan feliz que daba «saltos de alegría», como él mismo confesó ayer al mediodía, en su presentación oficial. «Yo lo corroboro», apostilló el secretario técnico del club, Carlos Jiménez, sentado junto a él y traduciendo sus palabras.

«Estoy muy emocionado. La del Unicaja fue una llamada que esperaba desde hace unos años. Cuando hablé con Boni fui muy feliz, daba saltos de alegría, porque es una gran oportunidad para mí», dijo N´Diaye, el nuevo techo del Unicaja, con 2.13 metros, cuya envergadura de brazos es de 7.6 pies (2,30 metros). Y ésa es una de sus grandes armas, uno de los motivos por los que ha fichado por el Unicaja: su increíble físico. Hamady es un intimidador nato y, además de prometer «absolutamente muchos más mates como el de Fuenlabrada», él ya es consciente de que viene a Málaga a defender duro y a «pegarse» con los pívots rivales, para tratar de tapar una de las debilidades de Dejan Musli, su compañero en la zona.

N´Diaye estaba jugando en Filipinas y tenía una oferta en firme de Taiwán cuando el Unicaja se puso en contacto con él. Entonces se paró todo. «Lo primero es que estoy feliz por estar aquí. Ha sido difícil por la burocracia, pero muy fácil llegar a un acuerdo. Ahora va a ser un proceso con el equipo, lo que quiera el entrenador de mí. Deberé ayudar en defensa y a partir de ahí iré creciendo», dijo el senegalés, que comentó que aunque el último mes ha jugado en Singapur con el Mighty Sports de Filipinas, «el corazón estaba aquí».

El pívot ha ido sumando contratos tras contratos y casi no ha «descansado dos semanas seguidas en los últimos años», pero dice que está físicamente a tope, sólo algo cansado por el cambio horario. «De Singapur viajé a por la residencia a Estados Unidos y luego a mi país, Senegal. Han sido un montón de viajes, de vuelos, luego a Málaga. No es un gran problema el estado físico, sí que con el desfase horario,me costará un poquito», prosiguió el pívot senegalés, que lleva el dorsal 55.

«Trabajar junto a Boniface Ndong, «una leyenda increíble en Senegal» ha sido otra de las motivaciones que le han hecho venir. «A pesar de llevar sólo unos días, todo el mundo me está ayudando. Soy consciente de toda la información que tengo que recopilar y voy a poner toda mi energía en conocer el equipo», se despidió.