Dieciocho años separan dos de los partidos que más recuerdos me traen de los duelos mantenidos con Baskonia. No es descabellado considerar al club de Vitoria como nuestro más encarnizado rival en estas dos última décadas, dentro de las pistas y también en los despachos.

Una fría tarde de febrero de 1988, en mi segunda temporada como abonado en Ciudad Jardín, fui con mis padres, Manolo y Paqui, para ver el partido de un Caja de Ronda que, dirigido por el genial jugador y excéntrico entrenador Moka Slavnic, sufrió la derrota más amplia de su historia como local. Hablamos de la temporada más deprimente del club, en la que Taugrés nos propinó una soberana paliza por 82 a 131.

Ante la baja de Rafa Vecina, nuestro jugador más regular, el único baluarte en el equipo malagueño fue Adrián Branch, un escolta zurdo muy tirador recién aterrizado de la lejana NBA y que tenía en su poder un anillo de campeón con los Lakers del showtime. Con sus 44 puntos, Branch dificultó lo que pudo la avalancha baskonista que lideraron dos bases que después pasaron por Ciudad Jardín: el genial Fede Ramiro y un joven Pablo Laso, que jugó en Unicaja en la recta final de su carrera.

Al finalizar el partido, el escaso público que se mantuvo hasta ese momento en las gradas despidió al equipo malagueño cantando «¡Esto es Carnaval, esto es Carnaval!» tras sufrir una esperpéntica derrota. Ni el más optimista que allí estuvo pudo imaginar lo que acontecería muchos años después.

En una calurosa tarde-noche de junio de 2006, pudimos consumar la «venganza» deportiva. Llegamos al tercer partido de la final de la ACB y era nuestro momento. Esta vez sufrí, disfruté y canté la victoria junto a mis amigos Eduardo y Sergio, tal y como hizo Málaga entera. La remontada espectacular que el Unicaja de Scariolo realizó en el segundo tiempo, coronada con el inolvidable triple de Garbajosa en los minutos finales, son historia viva del baloncesto malagueño.

Para Jorge ese triunfo en el Buesa Arena supuso su último partido antes de poner rumbo a la NBA. Los Raptors lo acogieron como un rookie diferente y pudo demostrar, para orgullo de los aficionados cajistas, que toda la calidad que desplegó en los dos años que pasó en nuestro equipo le iban a permitir ocupar un papel protagonista en la mejor liga del mundo.

El jugador franquicia de los cajistas, junto a una plantilla de grandísimos jugadores, nos llevó al éxtasis. Toda la ciudad salió a la calle a celebrar nuestro esperado primer título liguero tras un incuestionable 3-0. La algarabía, el sudor y la pasión que se vivieron en el pasacalles que transcurrió a lo largo del túnel de la Alcazaba con la banda y cientos de aficionados gritando «¡Málaga, Málaga!» Fue algo increíble.

Haber vivido en primera persona la antítesis entre la derrota más desilusionante y la victoria más luminosa, la que nos permitió alcanzar la gloria de ganar una Liga, me hace ser optimista para lograr nuevas metas. ¿Por qué no traernos la próxima Copa del Rey de Vitoria?

@OrientaGaona