­Lo importante, tras el bochorno de Andorra, era sacar el partido adelante, ganarlo por la máxima renta posible por eso del average, pasar la Nochevieja en paz y acercarnos a la Copa del Rey. Y todo eso lo consiguió anoche el Unicaja ante el Rio Natura Monbus Obradoiro, en el encuentro que cerró este 2016, aquí en el Carpena. El equipo malagueño se reencontró con la victoria y despidió el año con triunfo. Dio un paso importante -fundamental más bien tras las derrotas de los perseguidor Bilbao y Morabanc- hacia la Copa de Vitoria y pudo echar el cierre a un horroroso 2016 con una alegría.

Y además logró, a partir del tercer cuarto, levantar la «contaminación» que tenía encima. Hasta entonces no había sido capaz de disipar las muchas dudas planteadas, la verdad, en los dos primeros cuartos. Incluso con algún pito muy localizado a algún jugador muy determinado que no apareció en pista después. Hubo «tráfico» intenso en la zona del Obradoiro. Y el Unicaja no era capaz de ordenarlo, de circular con un mínimo de coherencia, hasta que en el tercer parcial por fin se aclaró. Por fin se puso a defender, robó en las primeras líneas de pase y rompió la resistencia gallega.

El equipo tiene ya los dos pies, prácticamente, en la Copa. No es matemático aún y peores cosas se han visto. Pero el Unicaja (+74 de average) aventaja a Bilbao-noveno y con -27 de average- en dos triunfos y tiene un average muy superior. Y sólo faltan dos partidos para cerrar la primera vuelta. Así que... blanco y en botella. Lo que sí que se ha puesto más complicado es lo de ser cabeza de serie. Tenerife (+94) no deja de ganar -y por casi 20 puntos ayer al «temible» Morabanc-, así que habrá que ir haciéndose a la idea de que vamos a ir a la Copa, pero en el bombo de los segundones. Es lo que toca...

Acabó el partido mucho mejor de lo que pitaba, tras un comienzo que fue acogido con entusiasmo, por la verdadera lluvia de triples que transformó en el aro rival. Pero, con el paso de los minutos, la broma se puso muy pesada. El Unicaja acabó con seis triples el primer cuarto. ¡¡¡Y sólo ganaba por un punto!!! (18-17). Y con tres más, nueve al descanso, apenas dominaba por seis (39-33). Todo eso era síntoma de la lamentable ¿circulación de balón? de los malagueños ante un Obradoiro que aguantó en una zona 2-3 casi todo ese periodo. Los triples entraron esta vez y el Unicaja mandaba al descanso, pero no se vio un «plan b», alternativas diferentes ni un base capaz de dirigir. Fogg se limitó a hacer lo que sabe, que es anotar: 9 puntos en 6:45. Y Lafayette... Bueno, es Nochevieja, dejémoslo pasar. El hombre no volvió a pisar la pista en toda la segunda parte.

Estuvo pesado el equipo en toda la primera parte, muy atenazado, con un Dejan Musli decaído, sin tensión atrás ni acierto en ataque. Sin alegría. No fue capaz de defender y, por lo tanto, no pudo correr y anotar fácil y divertirse un poquito. Un primer cuarto con sólo triples, sin una triste canasta de dos. Parcial roto a 8:22 por Musli.

El paso por el vestuario, esta vez, le cambió la cara al equipo. Pero para bien. El Unicaja que salió al partido en el tercer cuarto tuvo hambre. Fue capaz de defender. Y eso le permitió correr. Robó un par de balones en primera línea de pase y Smith y Brooks pudieron divertirse de lo lindo.

Luego Waczynski no tuvo piedad alguna con sus excompañeros. La ventaja malagueña subió. Desde la defensa, que permitió atacar con más alegría. El Obradoiro no fue capaz de aguantar la embestida. Y eso que Moncho Fernández se vio obligado a situar en pista al inédito Rosco Allen, la referencia dentro de la zona de los gallegos. Una gastroenteritis le tuvo en el banco toda la primera mitad, pero luego tuvo que salir. No le quedaba otra. Porque a sus problemas se unía la baja de su base titular, el americano Mickey McConell. Y todo eso, sumado a la de su alma máter, el excanterano Corbacho, era todo un mundo para el humilde pero combativo Obradoiro de Pepe Pozas.

Estuvo bien el malagueño, por cierto, en su precioso duelo con su amigo Alberto Díaz. Fue de más a menos, como el partido del Obradoiro. Lo contrario que Alberto y que el Unicaja, mucho más sólido, consistente, atrevido y agradecido en la segunda parte.

Fogg tuvo sus minutos, en una rotación mucho más lógica, en la que el sacrificado fue el jugador que menos en forma está, Lafayette. El americano, en plena inspiración en el último acto, puso la diferencia en una máxima de 79-55. Pero no pudo mantenerla el Unicaja. Y eso que era realmente positivo en vistas del average. La diferencia se quedó en 18 puntos: 87-69. La victoria pone el punto final a este 2016 con tan pocas cosas buenas. Seguro que 2017 llega lleno de alegrías en el mundillo del Unicaja. Feliz año a todos.