Estos días se está hablando mucho del jugador del Boston Celtics Isaiah Thomas. Un jugador de 1,75 metros que domina en la Liga y que después de convertirse en el All Star más bajito de la historia muchos creen que nos encontramos ante el mejor jugador de la historia de la NBA de menos 1,80 metros. En la Liga Endesa también tenemos un caso similar, Facundo Campazzo. El argentino domina la competición desde sus 1,79 metros y hasta se permite el lujo de poner tapones.

La altura nunca fue un inconveniente para «Facu». Sempre trataba de «crecer» aumentando la intensidad de su juego y poniendo más actitud. A pesar de su estatura, asegura que nunca se ve como un jugador bajito. Con esa actitud llegó a los cinco años al club Municipalidad de Córdoba, según recuerda en una entrevista en la revista argentina «Gráfico». Hasta allí lo llevó su madre Mary porque era hiperactivo, y en esa cancha comenzó a modelar su futuro y a mostrar su carácter: «Éramos todos bajitos, no se daba ni dos pesos por nosotros, pero enfrentamos a Atenas con los mejores jugadores de Córdoba y a Instituto, y les ganamos a puro corazón». Era 1996 y el cuarto de los cinco hijos de María Elena comenzaba a escribir su historia. Su amor al baloncesto fue en aumento y no se perdía ningún partido de Atenas, allí jugaba el gran ídolo, Marcelo Milanesio. «Recuerdo haber estado la noche que se retiró (13 de mayo de 2002), cuando salió campeón y colgó las zapatillas en un aro del Cerutti. Yo me encontraba sobre la baranda en la vuelta olímpica, pasó y me dio la mano ¡No me lo podía creer!». Cuatro años más tarde fue con su equipo a Mar de Plata, allí Osvaldo Mario Echevarría le reclutó para Peñarol con 15 años. Dos años más tarde Sergio «Oveja» Hernández le hizo debutar en la Liga Nacional. Jugó sólo dos minutos pero anotó 2 puntos y, a pesar de su estatura, capturó 2 rebotes. Era su carta de presentación.

Sus grandes temporadas la abrieron las puertas de la albiceleste, donde coincidió con sus ídolos de la generación dorada. En los JJOO de Londres recuerda su cercanía con Scola, su admiración por Prigioni y las palabras de Manu Ginóbili cuando se tiró simulando una falta en ataque ante Lituania: «¡No hagas eso, Facundo, no pierdas tiempo ni energía, no sirve de nada!». Después llegó el Real Madrid, al que volverá este verano si no lo hace antes. Su pasaporte comunitario que está al caer le abre las puertas del equipo blanco después de sus grandes temporadas en Murcia.

El líder del UCAM Murcia es un tipo especial. Desde sus 1,79 metros domina el juego, es el cuarto jugador más valorado de la Liga, el segundo máximo anotador, el segundo en asistencias, el primero en robos de balón y el cuarto jugador que más faltas recibe. Es capaz de meter una canasta desde lo alto de la Seu Vella de Lleida, 60 metros de altura, o de dar un pase con «caño» incluido. Un jugador y una persona especial como demuestra su último tuit de 2016. «2017: vení, te estoy esperando, no te tengo miedo"« El domingo Alberto Díaz y los bases verdes tienen un duro trabajo por delante. Suerte?