­Un tercer cuarto de lujo, espectacular, quizás 10 de los mejores minutos del equipo en lo que va de temporada, le valieron ayer al Unicaja para superar a un UCAM que aguantó como pudo hasta el descanso (35-30), pero que encajó de salida en el tercer cuarto un parcial de 20-7 para el que ya no tuvo respuesta.

La décima victoria en lo que va de Liga cierra una primera vuelta en la que se ha cumplido el objetivo mínimo de la clasificación para la Copa del Rey de Vitoria, pero en la que da la impresión de que ante el Zaragoza, el Joventut o el Real Betis se escaparon tres partidos que podían haber convertido en «espectacular» lo que se ha quedado simplemente en una «buena» primera parte de la Fase Regular.

El equipo repitió modus operandi respecto a los últimos días jugando como local. Es decir, que ganó, pero sin excesivo brillo. El éxtasis del tercer cuarto... y poco más. A pesar de estar en enero y asomar por el horizonte casi todos los grandes objetivos del curso, el Unicaja parece que sigue en fase de puesta a punto. Y ése es un problema. El equipo es incapaz de ser constante muchos minutos seguidos.

Con Alen Omic haciendo la maleta en Estambul para viajar hoy a Málaga, todas las miradas se centraron ayer en Hamady Ndiaye, conocedor ya de que su paso por el Unicaja tiene fecha de caducidad. La difícil situación del senegalés no impidió que Plaza le diera ayer la titularidad. El center repartió un «gorro» de los suyos y molestó atrás, pero no tuvo una presencia determinante en la victoria del equipo.

La verdad es que el triunfo verde no tuvo un protagonista estelar. Musli y Waczynski estuvieron muy finos, pero fue una labor coral la de anoche, por encima de individualidades. Sí fue llamativo el «banquillo» que Plaza le «cascó» a Lafayette. El catalán advirtió que a partir de ahora jugarían solo los que lo merecieran. Pues el base americano de pasaporte croata ayer quedó señalado con el dedo acusador de su técnico. Ni un segundo sobre el parqué en un partido en el que hubo minutos hasta para Okouo.

El Martín Carpena, necesitado de alegrías, se lo pasó ayer muy bien. Tras el descanso vibró con su equipo: con la defensa, con los contraataques, con los triples. Fue un buen rato de básket. ¡Ya era hora!

La primera vuelta de la Liga ya es historia. Habrá que ver cómo se reestructura el equipo a partir de ahora con Omic y sin Ndiaye (contra el Valencia este miércoles todavía no podrá jugar el esloveno). Es evidente que el Unicaja tiene que cambiar radicalmente su juego, su actitud y su ambición si quiere ser competitivo al más alto nivel. Es verdad que ha ganado esta primera vuelta a Barcelona o Baskonia, por ejemplo, pero los días buenos han sido muy pocos. Y fuera de Málaga y del Carpena, casi ninguno. El calendario aumenta la exigencia de forma bestial desde ya. El doble duelo contra el Valencia Basket en Europa de estas próximas dos semanas marcará el futuro inmediato de los verdes en la Eurocup, para la Copa queda justo un mes, la segunda vuelta liguera arranca en Zaragoza el domingo con tres escalones que subir para estar entre los cuatro mejores... En fin, que hay que espabilar. Con lo que el Unicaja ha mostrado hasta ahora no le llega para volver a la Euroliga el próximo curso. Y no estar la próxima temporada jugando al más alto nivel europeo sería inaguantable para todos.