El Unicaja jugará los cuartos de final de la Eurocup a partir del día 28 de este recién estrenado mes de febrero. Será en un play off al mejor de tres partidos, con desventaja de campo para los verdes y con rival todavía por definir: o el Bayern alemán de Sasha Djordjevic, que esta misma temporada ya ha ganado dos veces al Unicaja en la primera fase de esta misma competición, o el Khimki ruso de Dusko Ivanovic en el banquillo y liderado en la pista por Alexei Shved. Dos enemigos con pedigrí de Euroliga, que obligarán a un sobreesfuerzo al Unicaja para seguir avanzando camino del título y de esa Licencia C de la Euroliga que la Eurocup «regala» al campeón de esta segunda competición europea. Es lo que hay.

Los verdes sumaron anoche con trabajo y paciencia el tercer triunfo de esta liguilla del Top 16 ante el Alba de Berlín y su trío de victorias ya es inalcanzable para el propio equipo alemán y para el Cedevita croata de Veljko Mrsic, rival la próxima semana en Zagreb, en la última entrega de esta segunda fase continental.

Los de Plaza sabían ayer que el premio por ganar era pasar de ronda en Europa. Y el equipo trabajó a destajo los 40 minutos porque el Alba no se rindió nunca e incluso amenazó con un «sorpaso» en el cuarto final, tras remontar 12 puntos. Fue un triunfo sufrido, de esos que saben mejor que cuando sacas del campo al rival y te paseas por la pista.

Otra vez los triples en momentos puntuales de Fogg, Nedovic, Waczynski y uno de Brooks cuando más calentaba la bola fueron factor fundamental para la victoria. Pero también es evidente que la llegada de Alen Omic en la pintura ha mejorado las prestaciones del equipo bajo los aros y eso se agradece. El esloveno está todavía muy lejos de la imagen que mostró el curso pasado vistiendo la camiseta del Herbalife Gran Canaria, pero aporta ya muchas más cosas que N'Diaye.

Otra cosa es el sempiterno problema de la dirección, de la falta de un base que dirija al resto, que ordene y que mande en la pista cuando Albertito está descansando. Ahí sigue el problema abierto y sin pinta de solución. Hoy ­-tras una victoria y con el pase matemático a cuartos en el bolsillo- es un buen día para recordarlo sin que nadie me acuse de «ventajista».

Después de la debacle de la semana pasada en Valencia, el equipo ha sabido reaccionar. Y eso hay que ponerlo también en valor. Las victorias ante Fuenlabrada y la de anoche frente al Alba le cambian la cara a plantilla, a cuerpo técnico y a la afición. El equipo no «enamora» con su baloncesto, siempre da la impresión que le falta ritmo, que juega al tran tran, con el freno de mano echado. Pero a día de hoy está vivo en todas las competiciones y eso es irrefutable.

El Alba fue un dignísimo rival. Los alemanes no le perdieron nunca la cara al partido y exigieron a los verdes hasta casi el último segundo. El Carpena también tuvo que calentarse para llevar en volandas a los suyos y disfrutar del éxtasis final después del deber cumplido.

Europa deja desde hoy de ser un «problema» hasta finales de mes. Hay que jugar e intentar ganar el miércoles que viene en la pista del Cedevita, pero lo bueno, bueno, lo importante, lo que marcará el futuro continental del equipo no llegará hasta dentro de casi un mes.

Antes hay otras «guerras» que luchar. La primera, el sábado, en Las Palmas, ante el Herbalife Gran Canaria. Este Unicaja lleva toda la temporada demostrando que en el Carpena es un equipo casi imbatible, pero que no tiene tanta pegada cuando se monta en el autobús, el tren o el avión. Pasado mañana, el Unicaja tiene un reto tan exigente como ilusionante: ganar en una cancha durísima a un rival importante. Si lo hace, la crisis será historia... y los pitos, también.