La explicación de la derrota del Unicaja tiene una síntesis muy sencilla y muy lógica. Luego la abordaremos. Lo que interesa es ser capaces de ver un poco más allá, a una, dos o tres semanas vista. Incluso a uno o dos meses de distancia. El Unicaja sigue anclado donde estaba hace un par de partidos. O sea, que se le puede ganar al Cedevita, al Alba o al Fuenlabrada. Con más o menos dificultades. Pero seguimos donde estábamos: con un discurso muy poquita cosa del entrenador y del secretario técnico, jugadores sin el carácter necesario para hacer crecer al equipo y esas sensaciones que te dejan mal sabor de boca. Que te hacen ver, que te siguen haciendo ver, que este Unicaja está construido y parido para cumplir, exclusivamente, objetivos mínimos: jugar la Copa, el Top 8 de la Eurocup y meterte en los play off por el título. Más allá sigo sin ver luz. No hay certezas ni demostraciones ni hechos que permitan, si quiera intuir, a un Unicaja disputando finales.

Insiste Joan Plaza, comparecencia tras comparecencia, que este Unicaja entrena a un nivel superlativo. Es su palabra. Seguro que será así. Pero lo que vemos los demás mortales son los encuentros oficiales. En ACB y en Eurocup. Y ahí, ese Unicaja imperial de los entrenos, ese león salvaje, se transforma en muy poquita cosa, en un gatito amable, cariñoso, que se deja atrapar y que es lo que es. Que no es nada del otro mundo. A la espera de que el club abra los entrenos al público, el único listón que tenemos para medir es el de la competición. Y ahí, el Unicaja es otro equipo diferente al que se pinta en el día a día, en el trabajo diario, encerrado en la soledad, de sol a sol, en el Carpena.

Repetir aquí, cada dos partidos, los errores del equipo, sus limitaciones, esos resultados que no llegan, es cansino. Pero obligatorio. También tratar de desmenuzarles lo que ocurrió ayer en Las Palmas, en la derrota ante el Herbalife. Un traspié doloroso pero no sangriento. Perdió el Unicaja, aunque mantuvo el average. Sí, tenía una ocasión única para meter tres triunfos más el average con el Gran Canaria, con el séptimo. Pero cayó 76-71. ¿Por qué? Pues por dos motivos principalmente.

Tu equipo, si de verdad quiere tener algún tipo de opción de ganar a un nivel alto, no puede perder 21 balones en un choque. Te estás condenando. Además, muchos fueron en pases horizontales en la cabeza de la zona. E incluso a robos a media pista. Con lo que estás regalando 8 ó 10 puntos que, a la postre, son vitales. Tengan en cuenta que los insulares perdieron 14. Una diferencia amplia.

Y luego hay otro motivo irrefutable. Esto es tan viejo como el baloncesto. Les pido que aguanten un par de párrafos de matemáticas... El Unicaja lanzó 29 tiros de dos puntos. El Herbalife hizo 39. No hablo de porcentajes, porque a veces esos árboles tan altos nos impiden ver el bosque. Son 10 tiros menos. O sea, 20 puntos. Como la media en el tiro de dos suele superar el 50-55%, hablamos de que el Unicaja tuvo ahí entre otros 10 y 12 puntos menos. Vayan sumando con las pérdidas... Pero es que en el lanzamiento triple, el Unicaja se quedó en 19 intentos, mientras que el Granca se fue a 24. Cinco triples lanzados más. Si metes dos, ya estamos en seis puntos.

Si han tenido la paciencia de seguir mentalmente estos cálculos comprobarán que estamos hablando de, arriba o abajo, más de 20 puntos en contra. Así que, en esta tesitura, se hace imposible competir y tener opciones de ganar. El Unicaja estuvo ahí, arañando como un gato rabioso, a golpe de individualidad.

Tras una salida soberbia (6-16), el Unicaja encajó un parcial de 17-0. Y eso que el Herbalife no hizo nada del otro jueves. Tuvo también muchos errores. Pero a la hora de la verdad, cuando Musli se perdió en el banquillo, sentado al lado de Waczynski, el equipo de Luis Casimiro Palomo tuvo las ideas muchísimo más claras. Y contó con el acierto final del finlandés Salin. Ayer vimos la versión mala de Nedovic, atenazado por las faltas al comienzo, y luego con apariciones muy puntuales. No llegó a encontrar, en realidad, un quinteto de garantías Plaza en todo el partido. Lo intentó con pequeños por fuera, pero Fogg respondió con puntos (13) y demasiadas pérdidas (4). Como Jamar Smith, que sólo apareció en los últimos minutos, con ocho puntos muy importantes, pero que en defensa no pudo atar a Salin.

La derrota es, de las que a comienzo de curso, entran dentro de lo posible y lógico. Pero, claro, uno siempre quiere más y pide más. Ser sextos en la ACB y tener ya el pase directo a la Copa y al Top 8 de la Eurocup es algo muy positivo. Pero se intuía que éste era un encuentro importante, que no era una cita más. Que se podía dar un puntapié a la tabla y meterte más arriba, con más colchón. Y, más allá de lo numérico, importaba por las ya manidas sensaciones. Yo esperaba más del equipo. Y seguro que Joan Plaza y Carlos Jiménez, a pesar de ese discurso tan plano que ayer les escuché por Cope Málaga, también. Y si no, es que algo falla gravemente. Ahora, Cedevita y Real Madrid. Y después la Copa. Y el Top 8. Y la sensación de que algo falla ahí.