El mejor Unicaja de la temporada, el más sólido en defensa, el que mejor se pasó el balón, el más rico en recursos ofensivos, el más serio durante cuatro cuartos seguidos sorprendió ayer al todopoderoso Real Madrid -y a España entera- con 40 minutos de baloncesto cinco estrellas que llevaron el éxtasis a las gradas de un Carpena entregado en cuerpo y alma a la fiesta y a los suyos.

En el momento más inesperado, apareció la mejor versión del Unicaja de los últimos años. A lo mejor me falla la memoria, pero no recuerdo un partido tan redondo del equipo como el de anoche. Si acaso el de Vitoria de la temporada pasada, con aquella exhibición inolvidable de Will Thomas. Pero en casa y ante un «grande» hay que remontarse a los inicios de Plaza en el banquillo verde para recordar algo similar.

La pregunta es obvia: ¿Por qué no juega el equipo siempre así? ¿Por qué tanto sufrimiento ante el Sevilla, el Cedevita, el Joventut y similares? ¿Por qué? Si el Unicaja jugara habitualmente como ayer, a estas horas sería favorito en la Copa del Rey, tendría factor pista en la Eurocup y rozaría el liderato en la Liga Endesa. Pero como otros partidos ni defienden ni atacan ni se pasan el balón ni nada de nada, pues eso.

Anoche fue, desde luego, un partido perfecto ante el rival más duro posible. La verdad es que se vivieron 40 minutos ilusionantes que sirven para demostrar que esta plantilla tiene mucho más baloncesto en sus manos del que ha enseñado hasta ahora en la Liga Endesa y en la Eurocup. A lo mejor no son tan buenos como pareció ayer, pero son mucho mejores de lo que han demostrado hasta ahora. Eso es seguro.

De nada le sirvió al Real Madrid ayer su pléyade de estrellas, esa rotación infinita, ese despliegue de recursos humanos que tiene Pablo Laso a su servicio. Tras once victorias seguidas, la magia del Carpena pudo con el líder de la Liga y de la Euroliga. Porque el equipo estuvo de «10», pero el Carpena fue el sexto jugador que acabó por desequilibrar el marcador. Y es que el Palacio lució una imagen de otra época. Se llenó hasta la bandera, eso sí, con demasiados aficionados merengues salpicados por las cuatro esquinas de la grada.

La «marea verde» dio lo mejor de sí misma desde el mismo salto inicial. Apoyó a los suyos, chilló al rival, cantó el himno a pleno pulmón, sufrió con los arreones del Madrid y disfrutó con los momentos de lucidez (muchos) de su Unicaja. Una catarata de emociones que desembocó en el éxtasis final, con la victoria 82-78.

En la víspera de la Copa del Rey, la victoria de ayer sirve también para minimizar las dudas sobre si los chicos de Joan Plaza están preparados para batallas de primer nivel. Sabíamos que para ganar al Fuenlabrada, al Alba o al Buducnost sobraba con lo que hay. Pero la duda era si había argumentos para batallas mayores. Pues sí. Parece que sí hay arsenal suficiente para superar al capitidisminuido Barça que se va a encontrar en Vitoria o al Bayern de los cuartos de final de la Eurocup? Ojalá sea verdad y no solo un espejismo.

Ayer, desde luego, el equipo supo aguantar cada arreón del rival devolviendo cada golpe con otro más fuerte. Si Carroll metía dos triples seguidos, Alberto metía otros dos y robaba un balón provocando una antideportiva. Si ellos cogían un rebote de ataque, el Unicaja tenía hasta dos y tres bolas extras en la jugada posterior. Si el Real Madrid corría, el Unicaja aceleraba todavía más... ¡Qué maravilla ver jugar así al Unicaja!

Muchos nombres propios. Alberto Díaz se consagró ante los blancos. Solo un dato: en el cara a cara, fue mejor que Doncic... Poca broma. Otro que se salió fue Jeff Brooks. El americano llevaba algunos partidos por debajo de su nivel, pero ayer se creció en la pintura hasta rozar el doble-doble, con 16 puntos y 9 rebotes. Otro que brilló de forma estelar fue Waczynski. El polaco de apellido impronunciable tiene una facilidad pasmosa para anotar de tres, sobre todo cuando más «calienta» el sol. Ayer metió tres triples importantísimos para el victorioso desenlace final. Y por último, Nemanja Nedovic. Un jugador que sería titular indiscutible en cualquier equipo de Europa, empezando por este Real Madrid. Es un lujo tener a un tipo con tanta clase como él. Ayer dominó el ritmo del juego y volvió loco a Taylor, encargado de perseguirle por la pista, pero incapaz de frenar su talento. Sus 25 puntos y sus 5 asistencias encendieron a la «marea verde», que lo despidió con merecidos gritos de «MVP, MVP, MVP».

A partir de hoy hay que ponerse ya en modo Copa del Rey. Arranca la semana de la ilusión. Y más después de lo visto ayer. La cuenta atrás para el Unicaja tiene su límite en el próximo viernes a las 21.30 horas. Ese día y a esa hora, el Unicaja se verá las caras en el Pabellón Buesa Arena de Vitoria con el FC Barcelona en el cruce de cuartos de final. Una cita especial en la que cualquier cosa puede pasar. Ellos son los favoritos, pero si el Unicaja es capaz de jugar como ayer, el equipo estará el sábado en semifinales. Eso está garantizado.