Llegó desde Sydney el domingo, tras cuatro meses trabajando en la ciudad australiana, y el malagueño Antonio Molina, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, apenas tuvo tiempo para ver a su novia Rocío, deshacer la maleta, lavar la ropa, volver a hacer el petate y ponerse la camiseta del Unicaja para venir a Vitoria con sus amigos Nacho, Enrique y Pepe. Antonio estaba ayer feliz. Por el Centro de Vitoria, de «pintxos», y después en el Buesa Arena, viendo los primeros partidos de cuartos de final de la Copa del Rey de Vitoria. Con su camiseta, por supuesto, del Unicaja. Y su bufanda. Lo suyo es una aventura en toda regla. Y pasión y amor por el club de sus amores.

Cada uno de los 250 aficionados del Unicaja que se han desplazado hasta Vitoria tienen una historia detrás. Y la de Antonio es muy especial. «Tenía que venir sí o sí a la Copa. Somos cuatro amigos que, desde hace cuatro Copas del Rey, hemos decidido venir siempre. Así que hablé con los jefes y lo solucioné. He estado en Sidney los últimos cuatro meses, trabajando. Y tenía que venir a la Copa sí o sí». Y aquí está Antonio. Con sus tres amigos. Viviendo la Copa intensamente. Disfrutando del baloncesto y de su pasión por el Unicaja.

«Yo he estudiado y he jugado en Maristas y mi padre me llevó a Ciudad Jardín a ver al Unicaja. Desde 1995 me saqué el abono y todavía lo conservo, por supuesto. Ahora no lo uso, pero mi padre lo utiliza y él va a los partidos», explica el malagueño, de 30 años de edad.

Antonio vive en Madrid con su novia Rocío. «Yo me he criado en El Limonar y ella en Pedregalejo y por motivos laborales nos vinimos a Madrid, aunque yo he estado los últimos cuatro meses en Sidney», narra el hincha cajista, que tiene buen pálpito para esta Copa del Rey, pero que no se fía un pelo del FC Barcelona para los cuartos de esta noche. «Los equipos heridos me dan mucho miedo, y más si es un equipo grande como es el Barça. En Málaga es que somos así. Pasamos de estar hundidos y ahora, por ganarle al Madrid, ya pensamos que vamos a ganar la Copa del Rey. Somos así, no tenemos remedio», recapacita.

Todavía lleva a cuestas el cambio horario. Han sido cuatro meses de trabajo en la otra punta del mundo, con una cultura y unas costumbres diferentes. Pudo negociar su «salida» para esta Copa del Rey. Y, desde Australia viajó a casa, para hacer escala un par de días y plantarse en la capital vasca, y seguir y animar al Unicaja.

No es el único malagueño que ha hecho el viaje. Hasta 250 aficionados del Unicaja asisten en Vitoria al torneo por excelencia del baloncesto español. Antonio es, de largo, el que más kilómetros ha recorrido para ver esta noche al equipo de sus amores. «Seguro que vale la pena», insiste.