La ilusión por la Copa del Rey le duró al Unicaja 20 minutos. Luego, la familia verde se dio de bruces con la cruda realidad de un equipo tremendamente irregular, con muchos altibajos, sin líderes ni carácter y que ha pasado página ya al primer reto de la temporada sin pena ni gloria. La Copa ya es pasado. Es lo que hay. Y el Unicaja se aferra ahora a la Eurocup, a la que se encomienda como tabla de salvación para salvar una temporada que urge reconducir y que, en dos semanas, puede revivir o quedar herida de muerte. No habrá término medio a partir de ahora.

La Copa se presentaba como el antídoto a los atisbos de minicrisis que había vivido este curso el equipo malagueño. El torneo del K.O. es el de la ilusión. Y, conforme se acercaba la cita de Vitoria, incrementó la confianza en el Unicaja y en la competición. En la previa, el Barça aumentaba sus dudas y su número de lesionados, mientras que el Unicaja se subió a una ola ficticia provocada por el chute de optimismo vivido el pasado domingo contra el Real Madrid.

Pero el Unicaja, a la hora de la verdad, se cayó, no aguantó el reto y se despidió sin competir ni dar la cara ante un Barça muy poquita cosa. Al equipo se le volvieron a abrir las costuras. Y el sábado por la mañana ya estaba montado en el autobús, camino de Bilbao para volar hacia Málaga. Ahora los jugadores tendrán varios días de descanso y el martes volverán al trabajo en una semana atípica, ya que no hay jornada ACB y todas las miradas se centrarán en la Eurocup, el torneo que puede salvar la temporada malagueña.

El Unicaja ha entrado en el momento cumbre de la campaña. No ha dado la talla en la Copa, a pesar de que Joan Plaza había manifestado que la preparación de la primera parte del curso estaba enfocada en llegar a un nivel óptimo a este tramo. Tampoco se le vieron al equipo cambios tácticos ni novedades en la pizarra. Nada reseñable. Nada capaz de cambiar el rumbo de un partido.

Ahora, el calendario le da a Plaza 10 días para preparar lo mejor que sepa otra de las batallas que están marcadas en rojo en el calendario. El Unicaja se mide en un play off al mejor de tres partidos sin factor pista con el Bayern Múnich. El 28 de febrero jugará en Alemania y el día 3, en Málaga, en el Martín Carpena. Si fuera necesario un tercer envite se disputaría el miércoles de la siguiente semana, de nuevo en Múnich.

Y aquí ya no valen las medias tintas. Tirada ya la Copa del Rey, la Eurocup va a ser vital para el desarrollo del curso. Ganar la serie supondrá seguir con vida y plantarte en las semifinales de la Eurocup. La derrota dejaría un escenario desolador, descorazonador y del todo inaguantable.

Objetivo Euroliga

El Unicaja se quedaría, a primeros de marzo, con la Liga ACB como única competición, con sólo un encuentro por semana. Y sin mayor objetivo ya que tratar de recuperar algún puesto y adelantar a rivales directos para ser cuarto a la conclusión de la Fase Regular. Eso le daría el factor cancha en los cuartos de final de la ACB. Y le proporcionaría argumentos sólidos para luchar de verdad por el gran objetivo de la temporada. El gran reto: regresar a la Euroliga. Todo lo que no sea eso condenará esta campaña 2016/17 a la más absoluta indiferencia.

Y para meterte en la Euroliga has de ganar la Eurocup o finalizar la ACB por delante de todos los equipos sin Licencia A. A día de hoy, éstas son las reglas del juego. El Unicaja lo sabe y es consciente que perder este tren podría debilitar su estructura y le haría competir en inferioridad de condiciones ante rivales españoles y europeos. La tarta económica está en la Euroliga. No entrar en ese selecto club suena a una condena.

Así están las cosas ahora en el Unicaja. La Copa sólo ha servido para alimentar las dudas en este equipo. Que ya eran muchas. Una plantilla que, sobre el papel, debe rendir mucho más de lo que está haciendo hasta ahora, con más potencial y recursos de los vistos por ahora. La Eurocup será la penúltima prueba de fuego del equipo verde. Un salto sin red del que dependerá el devenir de la temporada. Seguir compitiendo supondrá una bocanada de aire fresco. Quedar apeado agravaría el problema hasta límites insospechados.