Ha llegado el gran día. La Copa del Rey, que se abrió ayer en Vitoria, espera ya al Unicaja. A las 21.30 horas, el balón se lanzará al cielo de Vitoria y el Buesa Arena verá el último cruce de cuartos de final. FC Barcelona-Unicaja. Un sorteo envenenado y dos momentos y sensaciones opuestas en la cancha. La historia dice que es imposible, que el Unicaja jamás le ha ganado un partido de Copa al Barça. El caché, los nombres, los presupuestos... casi todo juega hoy en contra de los hombres de Joan Plaza, que afronta su octava cita copera, con un subcampeonato como mayor aval.

Pero esto es baloncesto, es la Copa, un territorio abonado a sorpresas. El sueño está intacto y, aunque el Unicaja debe tener los pies en el suelo, es consciente de que este Barça está lejos del nivel que se le espera y se le presupone. No está bien el Barça del griego Bartzokas, discutido e incluso puesto en tela de juicio, a pesar de sus éxitos precedentes en el Olympiacos o el Lokomotiv Kuban. En el deporte de elite no existe el pasado, se vive del presente. Y, ciñéndonos a esta máxima, el Unicaja tiene motivos en los que creer, ilusiones a las que agarrarse para aspirar a romper su gafe copero con el Barça (cinco derrotas en cinco cruces) y llegar a las semifinales.

¿Es posible? Por supuesto. ¿Sería frustrante caer hoy ante el Barça? Desde luego que no. El Unicaja no ha sido fiable durante todo el curso, no ha sido capaz de jugar al máximo nivel durante cuatro cuartos seguidos (más allá del triunfo ante el Madrid) y no ha dado motivos fundados para tener fe ciega en él. Aquí en la Copa, cualquier descuido, tres malos minutos, dos defensas sin actividad, te mandan para casa. Y el Unicaja ha demostrado ya este curso que es muy capaz de derrotar en Málaga al Real Madrid, al propio Barça, al Herbalife o al Baskonia. Pero que también es irregular hasta la desesperación. Que se borra de los partidos, que se empeña en el triple y que, cuando vienen mal dadas, no es fiable. Tengamos confianza en este Unicaja, pero sólo si es sólido, constante y regular. De otro modo estamos vendiendo humo. ¿Soñar? ¡Por supuesto! Pero con los pies en el suelo.

Aterrizó el Unicaja en Bilbao el miércoles por la noche y se trasladó en autobús a Vitoria. Y allí espera, en su cuartel general, participando en la Fan Zone y contando los minutos, porque la espera está siendo muy larga. Joan Plaza tiene a sus 12 hombres en perfecto estado de revista. Alen Omic se dolía de un pie, pero no parece nada serio. Tampoco las molestias que le impidieron ayer terminar el entrenamiento a Waczynski. Las lesiones, más allá del caso de Nedovic, están respetando al equipo este curso. Están todos y ahora Plaza debe mover bien sus piezas, jugar con los hombres adecuados y superar en la batalla táctica a su colega Bartzokas. El griego sí que tiene un montón de problemas. Se cayó a última hora Navarro, con una apendicitis. Doellman es baja segura, mientras Faverani arrastra problemas y Oleson es duda. Sí que podrá estar Renfroe, baja las últimas semanas.

Es un Barça repleto de dudas, al que habrá que empujar, que atosigar y meterle toda la presión del mundo. Ellos están metidos en un «marrón» y el Unicaja lo sabe. Tiene a gente del talento de Rice o Koponen para salir de él. Pero el Unicaja no es manco. Quiere aprovechar la dulce resaca que le ha dejado el partidazo contra el Real Madrid. Sobre ese escenario debe construir su participación copera: sacrificio defensivo, compañerismo, acierto y control de la situación. Y que aparezca el hombre sobre el que apuntan los focos en esta Copa: Nemanja Nedovic. Es el elegido. Su Copa marcará el termómetro verde. ¡Que pase los 40 grados!