E l devenir competitivo del Unicaja en los últimos años, lejos de la lucha por cualquiera de los títulos en juego, merece una profunda reflexión en los despachos de Los Guindos. No lo digo por la eliminación copera del viernes en Vitoria ni por la pérdida de la Licencia A de la Euroliga este último verano ni por la inesperada ausencia de la Copa del Rey de A Coruña de 2016 o por no ser capaces de ganar un partido de play off desde hace ya un par de temporadas. Es por el cúmulo de decepciones que dura demasiado tiempo y que no puede continuar... por el bien de todos.

Cambiar el modelo deportivo del Unicaja es ya una cuestión casi de supervivencia. La apuesta del club de tener 10 ó 11 profesionales traídos de fuera, acompañados por solo uno o dos canteranos es un fracaso. No lo digo yo, lo dicen los resultados. En la última década, si exceptuamos el subcampeonato de la Supercopa del curso pasado, la ya muy lejana final de Copa de 2009 es todo el bagaje de un club que en los cinco años anteriores a ese torneo del k.o de Madrid había sido campeón de Copa del Rey (2005), campeón de Liga ACB (2006) y equipo de Final Four en Atenas 2007.

Los rectores del club son tajantes cuando se compara el actual Unicaja con aquel glorioso entrenado por Sergio Scariolo. Siempre hablan del descenso del presupuesto del equipo como justificación. Eso es innegable. Pero lejos de ser una excusa para explicar el presente debe ser un acicate para agudizar el ingenio y buscar otras alternativas para el futuro inmediato. Si hay menos dinero para salir al mercado, lo que no se puede hacer es seguir fichando 10 ó 11 jugadores de fuera. Es una cuestión puramente matemática: cuántos menos jugadores traigas, más podrás gastarte en cada uno y más determinantes serán. Un ala-pívot de 800.000 dólares siempre será más resolutivo que dos de 400.000. De perogrullo, vamos.

El club debe variar su planificación y sacar más partido de los jugadores de la fábrica de Los Guindos. No vamos a pensar en Berni Rodríguez, Carlos Cabezas o Germán Gabriel, que suenan casi a la prehistoria. Actualmente andan por ahí repartidos jugadores criados en Los Guindos que por unas cosas u otras han emigrado: Pepe Pozas, Francis Alonso, Alex Abrines, Domantas Sabonis, Dejan Todorovic, Augusto Lima, Vitor Faverani, Fran Vázquez, Ognjen Kuzmic, Rubén Guerrero, Kenan Karahodzic...

En casa hay otro buen ejemplo: Alberto Díaz, impuesto el pasado año por el presidente en el primer equipo ante la reticencia de Joan Plaza, que prefería a Jon Stefansson. El club impuso al pelirrojo, que empezó jugando poco, pero que tras la lesión de Stefan Markovic adquirió galones hasta convertirse en lo que es hoy: un base solvente y de primer nivel. Si Markovic no se hubiese lesionado, Albertito jamás habría explotado. Pero si Eduardo García no hubiera obligado al coach a tener a Díaz como «presunto» jugador número 12 de la plantilla, a estas horas el base canterano estaría en el Tecnyconta Zaragoza, el Montakit Fuenlabrada o el Iberostar Tenerife como están el resto de canteranos exiliados. ¿Quién sabe dónde?

El club tiene que ser valiente y mirar más a Los Guindos. Tener un equipo con 8 ó 9 profesionales de primerísimo nivel (con al menos un par de jugadores desequilibrantes) y que el resto (3 ó 4) sean los niños de la casa. El fin de semana pasado los júnior se quedaron en Coín a un «tris» de meterse en la Final a Ocho de la Euroliga -todavía pueden estar en Estambul como invitados- y ayer los infantiles se coronaron como subcampeones de la Minicopa de Vitoria. O sea, que hay cantera. Que se está haciendo muy buen trabajo. Solo hay que darle salida a la juventud, como en su día se le dio a los júniors de oro o ahora se le está dando al pelirrojo.

El próximo verano, el club no renovará a Joan Plaza. Es el momento ideal para dar el paso al frente. El que venga tiene que llegar con esa premisa: plantilla con 8 jugadores de primer nivel y 4 de la casa (Alberto y tres más). Con el mismo presupuesto habrá un núcleo duro del equipo con muchísimo más talento. Porque, ¿cuánto juegan en una plantilla de 12 jugadores el jugador número 10, el 11 o el 12 de la rotación? Muy poco, poco o nada. Y para eso, siempre será mejor que esas plazas las ocupen los que han mamado en Los Guindos qué es y qué significa el Unicaja, antes que profesionales traídos de cualquier parte del mundo que ni sienten ni padecen ni quieren ni pueden.

En la planta noble de Los Guindos, ese lugar místico en el que nadie tiene nunca la culpa de nada y siempre es el de al lado el que se equivoca y el que se va de la lengua, es momento de reflexionar y cambiar la estrategia. Con la actual política de fichajes ya sabemos que no se va a ningún sitio. Habrá que probar con la otra, con la mezcla de «Zidanes y Pavones». Parece la opción más inteligente llegado este punto. Habrá más compromiso y la grada tendrá más referentes a los que agarrarse en los buenos y, sobre todo, en los malos momentos. ¿Reflexionará el club?