Fue como un ensayo general en toda regla, porque todo el mundo es consciente de que el viernes, en casa con un Carpena volcado, todo será diferente. El Unicaja contó en Valencia con 55 valientes alentándoles desde la grada, pero en casa se formó un pequeño infierno verde en el centro de operaciones, en las instalaciones de Los Guindos.

Allí varios centenares de aficionados cajistas no perdieron la oportunidad de engrasar las gargantas y de ir preparando la fiesta para el viernes. Con la tensión propia de una final, los aficionados vibraron y abrazaron el partido a través de pantallas gigantes que habían instalado el club cajista. La retransmisión contó con la animación de los periodistas Enrique Ortiz y Fran Navajas, junto con los comentarios de Manolo Bazán, técnico del Unicaja Rincón Fertilidad.

La ilusión inundó por momentos el pequeño Carpena, coincidiendo con la magnífica puesta en escena del equipo de Joan Plaza. Pero la tensión no abandonó la casa de la cantera cajista.

Al final, la decepción se mezcló con el optimismo de cara al partido del viernes y con vistas a un tercer encuentro. «¡Sí se puede!», el grito de guerra que acompañará al equipo en busca del título. Se ha perdido una batalla, no la guerra.