El Unicaja lo tuvo en su mano. Se adentró en el último cuarto metido en partido. Pero el huracán Llull zarandeó el débil convencimiento mostrado anoche por el equipo malagueño en Madrid, en el estreno de la serie de semifinales. El partido cayó del lado blanco. Sergi Llull, con 28 puntos (14 de ellos en el último cuarto), acabó con las esperanzas malagueñas. En un partido en el que el Unicaja sobrevivió, en el que estuvo alerta, pero en el que le faltó creérselo. Necesitó un poquito más de fe. Creerse que este Real Madrid es el más ganable de los últimos años. Que, a pesar de su infinita plantilla, no anda bien. Está lejos de su mejor momento. Se le ve atascado, sin esa chispa que le lleva a ser un rival descomunal, colosal y casi invencible. Los escuderos de Llull en la victoria fueron el «Chapu» Nocioni (descarte de Pablo Laso para la Final Four y que ya ha anunciado su retirada a final de curso) y Othello Hunter. Más un par de ramalazos de clase de Gustavo Ayón ante el bisoño Viny Okouo. No, no es este Real Madrid el de hace tres años. Ni el del pasado curso. Ni el de hace un mes.

Llull apareció cuando Plaza decidió darle un descanso a Alberto Díaz para dar entrada a Oliver Lafayette. El menorquín lo aprovechó para meter un triple (a tablero), una de dos tras bailarle en la zona al americano y otro triple más en carrera. Es indefendible. Y no se trata de achacar o de expiar culpas. A Llull se le defiende entre todos. De lo contrario: estás muerto. El tema es que del 54-54 tras canasta de Dani Díez se pasó, tras el huracán Llull, a 62-54.

Y ahí se acabó ya el partido. Luego las rotaciones devolvieron a los malagueños al partido. Incluso un triple de Nedovic, a 3:41, puso el 65-61. Pero la suerte ya estaba echada. El Unicaja lo tuvo a tiro. En su mano. Pero Llull fue demasiado, las rotaciones no fueron acertadas, el equipo hizo un mal último minuto y, además, los porcentajes de tiro fueron indecentes si de verdad te propones asaltar el WiZink Center.

El Unicaja hizo un excelente trabajo al dejar al Real Madrid en sólo 71 puntos. Y eso que el conjunto de Pablo Laso hizo 66 tiros a canasta. Pero el Unicaja, en 65 lanzamientos, se quedó en un pobre 43% en tiros de dos y del 29% en triples. Y sin triples, ya lo saben, no hay paraíso para este Unicaja. Y además el 11 de 17 desde la personal... Al final, más allá de sesudos discursos, el que gana es el que más mete. Y el Real Madrid tiene a Sergi Llull y el Unicaja, a Lafayette. Que, como ya ha quedado claro este curso, no es el mejor recurso a día de hoy para ganarle a los blancos. Con él en la pista, -15 para el Unicaja. Con Alberto, +12. Como diría el del chiste...: «No hay más preguntas, señoría».

No son sólo números el baloncesto. Si no, los matemáticos serían los dueños de esto. Este deporte vive de sensaciones y de estados de ánimo. El Real Madrid de anoche no es el Real Madrid invencible. Es un gran equipo, pero ahora no se divierte jugando. Y eso denota perfectamente el estado del equipo madrileño. Su lenguaje corporal, sus caras... ¿Saben cuántos mates metió anoche el Madrid? Sólo uno, de Hunter. Es un dato que lo dice todo...

Pero hablemos de lo nuestro, de lo que nos ocupa y nos preocupa. El Unicaja tampoco fue ese equipo guerrero que vimos en Múnich, en Krasnodar o en Valencia. Le faltó un punto de convencimiento y de valentía. Que Kyle Fogg, tu anotador compulsivo, lleve cero puntos en los cuatro últimos partidos es un síntoma de que algo falla (anoche ni jugó). Viny ha adelantado a Musli en la rotación y eso puede crear una fractura dentro del vestuario. Nedovic se pasó medio partido en el banquillo: 23 minutos. Llull jugó 36. Smith tuvo buenos minutos, más abierto al pase (y bien, con 6 asistencias), pero le faltó continuidad en la pista. Díez y Eyenga tuvieron grandes minutos. Hay mucha gente por fuera y, sin embargo, por dentro hay fragilidad. Ni Brooks ni Suárez estuvieron brillantes. Y por ahí se aprovechó el Madrid.

Toca mejorar y toca creérselo. Porque esto es un «pim, pam, pum» y mañana mismo hay que volver a jugar allí en Madrid. No hay tiempo para lamentaciones, sino para buscar venganza. El 1-1 dejaría muy abierta la serie. El Madrid está mucho más cerca de lo que se piensa el propio Unicaja. Este Madrid, el Madrid que vimos anoche, no es mejor que el Unicaja campeón de la Eurocup. Este Madrid no está a años «Llull». Aunque haya un tío buenísimo que meta «mandarinas» mágicas que te ganan partidos.