El Unicaja sigue «peleado» con el Palacio de la Paz y la Amistad, una de las pocas canchas de Europa junto a la del Fenerbahce en las que no sabe lo que es ganar. Y eso que ayer, con tres detalles mejorables, hubiese sacado un triunfo que a nadie le hubiera sorprendido. Pero lo cierto es que perdió (80-75), aunque la imagen que dejó fue la de dejar vivo a un rival durísimo, de los más potentes de Europa pese a su falta de brillantez y que se vio beneficiado por la inoperancia de los de Plaza desde la línea exterior (4/11 en tiros de tres) y desde la personal (17/30 en tiros libres).

Una estadística que choca frontalmente con la producción interior del Unicaja, donde una vez más estuvo sublime en el rato que estuvo en pista Dejan Musli (12 puntos y 7 rebotes en 16 minutos para 19 de valoración), acompañado por un gran James Augustine, con otros 12.

Y es que lo de Plaza con Musli ya es un «Poltergeist». Si alguno en el planeta básket, antes de la exhibición del serbio en El Pireo durante el segundo cuarto, entendía la decisión del catalán de dejarlo fuera sistemáticamente de la rotación en ACB, después de ella tuvo que claudicar. A día de hoy, Musli está en mejor forma que Shermadini, está mejor familiarizado con los sistemas que el georgiano y encima gasta ese hambre que quizás le faltó a final de la pasada temporada, donde Plaza le puso la cruz.

Ahora, después de ser el mejor hasta que Plaza lo sentó a comienzos del tercer cuarto y no volver a pista, la cabezonería del coach es difícil de explicar. En Madrid no estará mañana, al ser uno de los descartes junto a Dragan Milosavljevic, que vuelve a quedarse fuera en ACB por segunda jornada consecutiva. Curioso, cuanto menos, que los dos mejores jugadores ayer en Atenas no vayan a ser de la partida ante todo un Real Madrid.

A vueltas con el asunto Musli, se puede entender que Plaza quiera darle confianza a Shermadini, una de sus grandes apuestas este verano. El catalán quiere que el georgiano se integre, produzca y asimile los conceptos lo antes posible, pero esto es Euroliga. El baloncesto más grande de Europa y si hay uno mejor que el georgiano a día de hoy, debe jugar más y no repartir los minutos con calzador.

Por que el Unicaja, casualidad o no, antes de que Musli entrara en pista a pocos minutos de finalizar el primer cuarto, perdía 21-7. Alberto Díaz supo encontrar en la pintura al gigante serbio, al que se sumó Augustine para mantener al Unicaja. Musli, con ganas de reivindicarse, al igual que contra el Fenerbahce, levitó durante el segundo cuarto, anotó 10 puntos casi de forma consecutiva y fue pieza clave para que la diferencia al descanso se redujera considerablemente (37-33).

Plaza siguió apostando por él, pero tras fallar un ataque casi en la primera jugada tras el descanso, le sentó y no volvió a utilizarle. En el estreno europeo ante los turcos la apuesta le salió bien, pero ayer, quizás, Musli podía seguir aportando puntos en la pintura.

No fue así y en el tercer cuarto un arreón de los griegos, amos y señores en el baloncesto tosco, distanció nuevamente al Olympiacos. Además, los árbitros contribuyeron con varias decisiones caseras que descentraron a los verdes. Primero al no señalar ocho segundos a los locales y por lo que Plaza, al protestar y pedir que lo consultasen en el vídeo, vio una técnica. Casi a renglón seguido, los del pito sí consideraron oportuno acudir al «instant replay» para sancionar con antideportiva una acción de Milosavljevic. Detallitos, que unidos al paupérrimo bagaje cajista desde la personal, ponían las cosas casi imposibles con 12 abajo en el marcador y 10 minutos por jugar.

Pero si hay algo que ha demostrado este equipo tanto el año pasado como en el arranque de éste es corazón. El Unicaja guarda un gen competitivo vital para afrontar una competición tan dura como esta y en inferioridad de recursos y presupuesto ante casi todos los rivales. Pero este Unicaja se agarra y pelea como nadie. McCallum, desaparecido todo el choque, asumió galones y anotó 13 puntos en el último parcial. El americano es una «bomba», para lo bueno y para lo malo. A su caudal anotador hay que sumarle también algunas decisiones precipitadas y malos porcentajes desde la personal. Además acabó eliminado.

Suárez casi obra la remontada, pero Printezis y Mantzaris mataron el sueño verde de desvirgarse en El Pireo.