El base era la clave de la planificación del Unicaja 2017/18. La pieza sobre la que debía girar el equipo, después de que el club no acertara con Oliver Lafayette el pasado curso, y la irrupción de Alberto Díaz, junto a Kyle Fogg, sostuviera al equipo para llevarle, incluso al título de Eurocup. El casting por el base duró más de medio verano. Se «tocó» a media docena de jugadores y se llegó a negociar con varios de ellos (Bryce Cotton o Marcelinho Huertas). Atrás había quedado el profundo interés mostrado por Leo Westermann, al que el CSKA echó pronto el guante. Llamó la atención el americano Theodore, que había jugado bien en el Banvit, pero su caché de 650.000 netos hizo que los verdes ni presentaran oferta. Se marchó a Milán.

Una larga búsqueda que se cerró el 1 de agosto, con la contratación de Ray McCallum. Una apuesta sorprendente. Y, por qué no decirlo, de cierto riesgo. En ninguna quiniela aparecía que el base titular del Unicaja para el proyecto en Euroliga de UnicajaJoan PlazaY es que el nuevo base cajista nunca había jugado fuera de Estados Unidos, algo que a priori parecía un hándicap. Y eso, a pesar de que McCallum venía con 154 partidos de experiencia en la NBA a sus espaldas, en franquicias de primer nivel: Kings (113), San Antonio Spurs (31) y Memphis (10).

El club, al mismo tiempo, había tomado un par de decisiones en su planificación. La experiencia de contar con tres bases de primer nivel no terminó de «entusiasmar» al cuerpo técnico. Se trata de un puesto muy delicado, clave, en el que el jugador necesita sentirse cómodo, tener el control de la situación. Así que el club había liberado a Kyle Fogg, que dejó un buen dinero antes de irse a China. Decidió dar galones a Alberto Díaz con un nuevo y mejorado contrato y apostar para tercer base por «Mo» Soluade, que llegaba de jugar a buen nivel en la LEB Oro con Burgos.

McCallum se incorporó a la pretemporada y dejó, literalmente, alucinando a la familia verde. El jugador nacido en Detroit (12 de junio de 1991) parecía que llevaba toda la vida jugando en el Unicaja. Ya brilló en la Copa de Andalucía, firmó un gran Torneo Costa del Sol y en Granada volvió a destapar el tarro de las esencias ante el Herbalife Gran Canaria. Ni rastro de sus problemas de adaptación.

El americano, con libertad, aún sin el corsé de los sistemas de Joan Plaza, hizo magia en pretemporada. A un nivel sublime, McCallum no había sufrido en sus propias carnes eso que a Nemanja Nedoviccomo confesó en más de una ocasión, le costó siete meses encontrar. Y no halló el balcánico la solución a los problemas y la responsabilidad que acarrea ser base con Plaza, sino que el entrenador entendió que debía moverlo al puesto de «dos» si quería de verdad explotar su increíble talento.

Ahora, el Unicaja espera a McCallum. Y el problema es que el base no da señales positivas. No se aprecia una progresión en su rendimiento. A Ray se le ve anclado. Con el dulce recuerdo de lo que hizo en pretemporada. Y con cinco actuaciones muy puntuales en determinados finales de partidos, con el Unicaja siempre por detrás. Cuando los encuentros están más perdidos que ganados y se trata de guerrear por su cuenta, de meter canastas ganadoras y de jugar a toda prisa y a campo abierto, McCallum ha demostrado ser el jugador ideal. Brilló con tres jugadas en el último cuarto ante el Fenerbahce. El base forzó la prórroga ante el Zalgiris con acciones de mérito y penetraciones que le dieron puntos extra tras forzar faltas. Ayudó a remontar en el último cuarto ante el Anadolu Efes. También destacó justo en ese periodo ante el Olympiacos, sin el premio de la victoria.

Pero más allá de esas acciones, la mayoría heroicas, McCallum no está aportando la templanza, el equilibrio y la regularidad que Plaza requiere a su base titular. Está lejos, por desgracia, de ese liderazgo que se le exigía y que el Unicaja necesitaba en esta temporada tan complicada en Euroliga, tan exigente. A estos lógicos problemas de adaptación se ha sumado, además, que a Alberto Díaz le está costando muchísimo brillar en su nuevo rol. Al canterano ya no se le aplaude por cada «cosita» que haga. Ahora se le exige. Las defensas rivales ya no le flotan. La responsabilidad no es la misma. Alberto está saliendo de ese bache, y el Unicaja lo está agradeciendo. Aún no es el que llegó a ser el pasado año, pero va a más. Y se nota. El problema es que al lado no tiene mucho más. Porque McCallum no está cumpliendo con las expectativas y Soluade apenas cuenta para Plaza.

Es cuestión de tiempo. Pero eso es lo que, precisamente, no tiene el Unicaja ya en el mes de diciembre. Sus 8,6 puntos (30% en triples), 1,8 rebotes, 2,7 asistencias y 7,3 de valoración en 20:57 minutos (sólo Nedovic juega más que él) no están siendo suficiente. ¿Se le esperará?