Mariposas en el estómago. Pues yo no tengo. Será porque mi estómago siente algo muy especial parecido a ese cosquilleo cada sábado que estoy en el vestuario a solas a punto de jugar un partido. Pues no sé si por no tener mariposas no puedes estar enamorado pero muy de acuerdo no estoy yo con quien diga eso. Recuerdo como si fuera ayer aquel jueves por la noche en el «Level». Tú con tu chaqueta vaquera y tus gafas rojas. ¿Cómo olvidar aquella noche si fue el inicio de algo que costó por mi culpa pero fue una historia muy bonita y que, desde entonces, no para de escribir páginas y páginas. ¿Monotonía? ¿Aburrimiento? ¿Eso qué es? Nosotros no tenemos de eso...

Cada uno vive el amor como le surge y yo soy muy feliz con el que vivo. Sí, muy feliz porque está basado en compartir. Ese verbo define perfectamente lo que siento por ti, lo que vivo contigo. No tengo nada porque si algo es solo mío no lo quiero. Me gusta si es de los dos. Comparto contigo todo. Y lo disfruto. Un almuerzo en el restaurante que elijas, una sobremesa, una peli en el cine o en casa apretujados en el sofá. Viajes, lejos o cerca; en coche o en avión. Es que me da igual. Lo importante es hacerlo contigo. Experiencias, historias, sueños, deseos... Mi sonrisa es la tuya. Si tú estás contenta yo también. Y es que sin ti soy menos yo, porque tú hace mucho eres parte de mí. Tengo claro que me haces mejor persona, me enseñas a vivir, a disfrutar cada minuto juntos. Y a desear que pasen pronto los minutos que no estamos juntos para estar contigo otra vez. Y es que cada noche estoy loco por coger el coche en mi «paseo» de vuelta para oírte hablar por teléfono, por llegar a casa y verte aunque estés dormida. Será porque te necesito.

Pero no sólo se comparte lo bonito o lo bueno. También hemos compartido enfermedad. No sabes cuánto hubiese deseado tener esa mierda yo en el pecho. Sí sabes que he hecho todo lo que he podido para que peleáramos juntos, como un equipo. Contigo como entrenadora era imposible perder este partido y estamos ganando de paliza. Ese no sabía a quién se enfrentaba y aquí no vuelve jamás. Ahora bien, de todo se saca algo positivo y nosotros no podemos ser menos. Estos nueve meses nuestra relación ha salido más fuerte de lo que era y, por supuesto, hemos aprendido lo importante que es vivir. Mira que nosotros la exprimimos, pero ahora no malgastaremos ni un instante.

Pues no sé si ahora podría vivir solo. No me paro a pensar en eso. Lo que sí sé es que soy más feliz compartiendo mi vida contigo. Porque he aprendido a definir mi felicidad, que no es otra cosa que sentir el privilegio de cuidarte cada día. No sé si lo hago bien o no, pero te aseguro que pongo el corazón en hacerlo lo mejor posible, que tampoco sé si es suficiente. Para mí ser feliz es verte feliz a ti. Todo no lo compartimos porque seríamos un poquito empalagosos. Eso me lleva a otra palabra que me gusta mucho. Debes respetar con quien compartes la vida y saber que necesita su espacio, su tiempo, sus amigos; como yo necesito mi tiempo, mi espacio y mis amigos. Pero no mucho rato, por favor, que enseguida te echo de menos...

No puedo acabar de definir lo que siento si no hablo de admiración. Formar parte de la vida de alguien a quien admiras no tiene precio, es el mejor regalo que puedes recibir y por eso yo me siento el hombre más afortunado que existe porque tú eres mi premio. Dicen que defectos tenemos todos, pero tus defectos son para mí virtudes. Me gusta hasta cuando te enfadas. O cuando no estás de acuerdo conmigo, que pasa más a menudo. Pues no. No tengo mariposas en el estómago. Pero me encanta compartir contigo, te respeto más que a mí mismo y eres quien más admiro. Así es mi amor por ti y no lo cambio por otro. Me gusta tal como es. ¿Mi sueño? Ese no ha cambiado desde la primera vez que me atreví a escribirte. Sigo deseando que seamos algún día aquellos ancianos que vi paseando por el barrio agarrados de la mano como unos adolescentes que viven su primer amor. Seguiré soñando cada noche con ese momento y pondré todo de mi parte para que algún día pueda vivir mi sueño hecho realidad. Sin mariposas pero te quiero, mi amor.