El Unicaja regaló a su afición un triunfo de postín ante todo un Real Madrid en un partido de los que se recordarán (80-75). Los de Plaza se quitarón de un plumazo el mal sabor de boca que dejó la derrota en Milán el míercoles para pasar por encima de uno de los mejores equipos de Europa. Además, se rompe la mala racha continental, se recompone y vuelve a mirar a los ojos al Top 8, otra vez a dos victorias.

Y es que el Unicaja saltó al Carpena con la mirada del tigre. Con los ojos inyectados en sangre y con una intensidad bestial. Poco o nada se pareció al equipo blandito de Milán y el ambientazo del Carpena, con más de 10.000 gargantas alentando, también ayudó. Los malagueños siempre fueron por delante en el marcador e incluso llegaron a tener una diferencia de +15 (30-15).

El Unicaja fue simplemente mejor ante un Real Madrid que se agarró al partido gracias a la calidad de Doncic. El "niño maravilla" llegaba al Carpena mermado con amigdalitis, pero él solo mantuvo a su equipo hasta casi el final y obligó al Unicaja a sudar sangre para atar un triunfo vital en sus aspiraciones.

Este triunfo, más allá de la satisfacción de ganar al Real Madrid, que pone mucho; sirve para marcar el camino a seguir y demostrar que con defensa e intensidad este Unicaja puede luchar con cualquiera. Un dato que pone de manifiesto la intensidad mostrada por los de verde: Soluade y Alberto Díaz acabaron eliminados por faltas.

Además, en ataque apareció Waczynski para mostrar su potencial (15); Nedovic fue un puñal; McCallum, dentro de su anarquía, también hizo daño y Milosavljevic se entonó al final para lograr dos triples claves.

En difinitiva, triunfo para saborear y confirmar que este Unicaja no ha venido a esta durísima Euroliga a verlas venir. El equipo tiene carácter y con actuaciones como las de esta noche contra el Real Madrid así lo demuestran.