El Unicaja cortó anoche el delgado hilo de posibilidades matemáticas que aún le mantenían unido al sueño del Top 8. Fue, además, un vivo retrato de lo vivido este curso. Un ejemplo palmario de lo que ha sido esta temporada: aprender, competir, pelear, levantarse, ilusionarse y no saber resolver el final apretado. Una y otra vez, el Unicaja ha estado a punto de... Y como las victorias no se merecen, sino que se consiguen, y más aún al más alto nivel, el equipo malagueño se marcha prematuramente de la Euroliga, aunque aún deba disputar dos últimos partidos, de despedida.

Ese «puntito» que le ha faltado al Unicaja en muchos momentos de la temporada cuesta pasta. Muchísimo dinero. Nemanja Nedovic fue ayer ese jugador desequilibrante, desatascador, jugón. El serbio las metió de todos los colores y el equipo, tras sus dimes y diretes, volvió a tener a tiro de última jugada el triunfo en el partido. La prórroga, al menos. Pero el Unicaja se topó con su cruz. Otra vez no salió nada de la pizarra. Algo diferente. Como sí que nos han hecho otros equipos este curso. El Fuenlabrada, sin ir más lejos, con la famosa jugada de las tres décimas la pasada semana. El saque de banda de McCallum no encontró un hombre liberado tras los bloqueos centrales.

Waczynski pidió la bola de cara, con los pies de espaldas al aro, pero el polaco aún no había recibido la bola, a 3,3 segundos del final, cuando en su mente ya estaba levantando el tiro y afinando la muñeca. Esa descoordinación hizo que la bola se le quedara atrás. Imaginen el mosqueo de «King Kong». Especialmente anoche, porque hasta Bamberg habían viajado sus padres desde la vecina Polonia para verle jugar en directo. Waczynski quería que le comieran los demonios. Porque en ese tiro viajaba el minúsculo hilo de esperanzas para disputar el Top 8. Y no hubo ni lanzamiento.

El balón se fue por la línea de banda y el Brose puso después el definitivo 93-88. Otra vez ese «detalle» le privó al Unicaja ganar un partido. Y las opciones de llegar a los play off desaparecieron ya definitivamente. Compitió siempre el Unicaja (salvo aquellos descuidos de Valencia y Madrid), y lo tuvo en su mano. Hay que estar orgullosos y acabar con la máxima dignidad posible. Porque no es lo mismo ser décimo que undécimo o duodécimo. No, al menos, en el plano moral. En el cara a cara que se vivirá este verano con la Euroliga. Así que será bueno decir adiós a esta gigantesca competición con una sonrisa. Porque volver aquí es el futuro. No hay vida en la elite más allá de la Euroliga.

El Unicaja perdió el partido en el primer tramo del choque. Es de humanos, desde luego, con el «meneo» que lleva el equipo encima y, sabiendo que lo de mañana domingo en Sevilla es muy importante, salir a verlas venir. Siendo conscientes de que las matemáticas y las opciones del Top 8 eran casi perversas. El equipo pensó que lo más cómodo era jugar a intercambiar canastas con el Brose. Y eso le salió muy caro al cuadro de Plaza, que encajó 28 puntos en el primer cuarto y llegó a los 55 al descanso, cuando perdía 55-42 (máxima de 39-22 en contra). Los porcentajes alemanes evidenciaban el escaso interés defensivo que el Unicaja le aplicó al partido hasta el intermedio: 76.5% de acierto en tiros de dos y 57.1% en el triple para el equipo de Bamberg. Algunos tiros, sí que es cierto, bien punteados. Pero la mayoría llegaron por la poca actitud defensiva de los malagueños.

No le cuajó a Plaza el cinco titular con el que salió a pista y, cuando se ajustó con un equipo de cinco pequeños, y se redujo la diferencia a los 10 puntos (47-37), con un Suárez magistral, volvió a apostar por el quinteto inicial. Menos con Milosavljevic.

Y después del intermedio ocurrió algo muy parecido. Hickman fue un martirio y el Unicaja no encontraba su sitio de nuevo: 60-46. El Brose hacía mucho daño y el Unicaja necesitaba defender de una vez. Fueron esos los escasos minutos en los que Luca Banchi utilizó al excajista Dejan Musli. Sólo tuvo 10:31 minutos en pista, dado que el Unicaja tuvo muchas fases de juego sin un «cinco» grande. Pero el serbio aportó 6 puntos y 5 rebotes. Con un poquito de «cariño» y respeto, Musli podría haber ayudado mucho esta temporada al Unicaja.

Pero Musli ya es agua pasada. Y Joan Plaza aplicó cordura y puso en la cancha a su quinteto más currante, con Alberto, Salin o Suárez. El madrileño volvió a dar un master de jugar de cómo se juega como «cuatro», como «cinco», como «cuatro y medio» o como «cuatro setenta y cinco». Fue una pasada verle en acción. Una pena que llegara al final exhausto.

Antes, Salin, con dos pérdidas, le daba vida a un Brose que no sabía cómo rematar el partido. Lo vio rápido Plaza. Aunque Lo puso el 80-70, Nedovic salió con las piernas frías y la muñeca caliente. «Nedo» firmó una de sus actuaciones fantásticas en ataque (lo de defender, en otra vida), y puso el 82-79 (a 3:50).

Ahí volvió a sufrir el Unicaja, sin otras opciones que la «Nedojugada» cuando llegan los momentos importantes. Ahí se echó otra vez de menos más pizarra. Otros recursos. Un balón dentro... Porque todo lo que antes le entraba al Brose ahora se salía. Con 87-81 se veía de nuevo todo perdido. Pero Nedovic enchufó un triplazo, Alberto robó una bola, «Nedo» volvió a ver aro y puso el 87-86. El serbio sumaba ya 26 puntos. Lo que pasó fue que Wright enchufó las que falló antes. McCallum después penetró y Hackett dejó el 91-88. Y con 3.3 segundos pasó lo que pasó con Waczynski.

El resto ya es historia. El Unicaja ha estado más que digno. Aunque los caprichosos empates le llevan de la décima a la decimotercera plaza, a dos jornadas del final. Ha competido bien, mejor que otros clubes con más presupuesto. Pero peor, por ejemplo, que el Zalgiris, que jugará play off con menos pasta. Y una Liga mucho menos sacrificada, claro.