Málaga sigue siendo de Euroliga. Lo dice, a base de hechos, el Unicaja. No es forofismo. Ni pasión. Ni gaitas. El Unicaja es de Euroliga y completó el círculo anoche, en Estambul, despidiéndose de la competición en este curso 2017/18 con triunfo ante el vigente campeón, el Fenerbahce Dogus, al que ganó también en Málaga, y justo la noche en la que se cumplió el primer aniversario de su primera Eurocup. El Unicaja sólo tiene una Eurocup porque sólo ha jugado una vez la competición. Los 15 años anteriores estuvo jugando y compitiendo en Euroliga. A veces, sin merecerlo deportivamente en la ACB, es cierto. Pera las normas le daban la razón, y allí estuvo: 15 años a tutiplén.

Le echaron vilmente, por la puerta de atrás, dando pocas explicaciones, como un apestado, cuando Málaga ha sido un pilar básico para sostener el baloncesto ACB y europeo. Y tras sólo un año de destierro volvió, previa conquista de la Eurocup. A veces es bueno dar un paso atrás para coger carrera. Pero visto y disfrutado de la actual Euroliga de 16 equipos, en formato de todos contra todos, regresar el año que viene a la Eurocup sería un paso atrás. Y no para coger carrerilla, precisamente. Hay que estar en la Euroliga. Y si no hay capacidad para hacerlo en los despachos hay que hacerlo en la pista, siendo el campeón de la ACB o sólo por detrás de los Licencia A.

El Unicaja ha demostrado que su patrocinador es más grande de lo que se piensan. Que su corazón no le cabe en el escudo. Que su década jugando el Top 16 no era un regalo de nadie. Y que en su año de su debut en este nuevo experimento que es apasionante y que nos tiene enganchados, sólo algún maldito detalle, algún mal final, alguna equivocación le privará de alcanzar el Top 8. El cénit se quedará ahora muy cerca, porque el Unicaja acaba esta Euroliga como décimo clasificado. E incluso podrá ser noveno si hoy el Maccabi pierde... en Valencia. El destino...

El Unicaja jugó y ganó anoche en la pista del Fenerbahce, ante el actual campeón. Que es cierto que salió a verlas venir, pero que cuando el Unicaja le echó la «pata» por encima se enfureció y jugó para ganar. No como si se jugara el título, pero sí con la sana intención de competir, de apretar y de tratar de ganar y de lograr, de paso, los 37.000 euros con los que la Euroliga premia al ganador. Por cierto, que el Unicaja se lleva un buen pellizco. Mañana haremos cuentas, pero más de 600.000 euros. Casi el triple más que lo que ingresó por ganar la Eurocup. Es que no hay color.

El Unicaja compitió y ganó, como decíamos, con su líder queriendo despedirse de la Euroliga con el Unicaja a lo grande. Nemanja Nedovic tuvo una de esas noches «tontorrronas» en las que transforma en verso la prosa más vulgar y convierte en puntos todo lo que toca. «Nedo», tras una prórroga forzada por el genial base griego Sloukas (83-83), le dio el triunfo al Unicaja por 91-99. Una alegría que no es felicidad porque el Unicaja no se jugaba ya más que la honra, un puñado de euros y el despedirse como lo hacen los señores. «Nedo» dejó Estambul con 31 puntos, 8 asistencias, 4 rebotes y 36 de valoración. Una bestialidad acorde al personaje. Un crack.

El serbio es el capitán general de este Unicaja y jugar ahora un partido por semana le vendrá de perlas para recuperar su mejor tono, al igual que sus compañeros, para la verdadera guerra que se viene encima: los play off de la Liga Endesa. Porque, que nadie se equivoque, el éxito de esta temporada ya está puesto únicamente en esa cesta. De nada servirá haber sido noveno o décimo de la Euroliga.

El partido, sin nada en juego, fue muy bonito de disfrutar para el espectador y divertido de competir para el jugador. Cuando se pasaron los nervios de los dos primeros minutos, el equipo de Joan Plaza demostró que no había ido hasta Estambul para visitar el Gran Bazar. Quiso competir y acabar con la máxima dignidad posible. Y, si era con un triunfo, mejor que mejor. El Unicaja estuvo muy serio. Marcó un gran nivel defensivo y demostró variantes ofensivas interesantes. El Fenerbahce, que andaba un poco distraído, pronto se percató de que no lo iba a tener fácil. El «Rey Midas» Obradovic tardó menos de un cuarto en poner toda su armada en pista, con Sloukas, Kalinic, Vesely y compañía.

Pero el Unicaja estaba empeñado en despedirse asaltando la pista del campeón. Ya le había ganado en Málaga por un punto. Y quería coronar esta especie de Supercopa de Europa a ida y vuelta. Salin lanzó el primer puñal, y con tres triples consecutivos de Milosavljevic, Brooks y Alberto, el cuadro verde se puso 9-18. La renta menguó (14-18) para estirarse después. Waczynski estuvo valiente y Nedovic hizo del gran Nedovic de las grandes noches. El serbio estuvo «juguetón». De tres, penetrando, asistiendo, con «bombitas». Sus 9 puntos en un periquete auparon al Unicaja a la máxima: 20-38.

Esos 18 puntos arriba eran todo una declaración de intenciones. Obradovic paró el partido y Plaza dejó en el banco a «Nedo» y Augustine. Los turcos apretaron las tuercas y rebajaron los 10 puntos de renta: 31-40. Pero el Unicaja no quería tirar ya por la borda todo lo bueno que estaba haciendo. Con continuos cortes desde el lado débil, gracias a su apetito yendo al rebote de ataque, y con dos acciones valientes de Dani Díez, que acabó golpeado en ambas por Thompson, el Unicaja se fue al intermedio dominando por 11 puntos: 36-47.

Tras un tercer cuarto que fue lo peor del partido (51-59), el Fenerbahce se desató. Un parcial de 13-0 hizo que el partido pareciera ya perdido: 64-59. El Unicaja parecía engullido por el gigante otomano. Pero el equipo ha demostrado este año que sabe sufrir y competir. Y eso hizo: defender. Augustine, Nedovic y Waczynski pusieron el 71-75. Ver para creer. A un triple de Alberto (73-78) le siguió otro del sensacional Sloukas. Nedovic dejó el 76-80 desde la personal. Pero Nunnally se empeñó en quedarse con la victoria: 81-80, a 18.1 segundos.

Atacó Nedovic, que penetró y dobló a Alberto. El pelirrojo convirtió su tercer triple: 81-83 a 7.9 segundos. Atacó el Fenerbahce y falló, pero Sloukas, quién si no, palmeó a 1 segundo: prórroga. No hubo tiempo extra, porque Nedovic cogió el yo-yó y danzó a su placer. Desde el 87-88 se bailó al ritmo que marcó el serbio: 88-97. El Unicaja ganó (91-99) y demostró que sigue siendo de Euroliga.