La marcha el próximo 1 de mayo de Ángel Bordes Ruiz del Unicaja abre un vacío de poder y una incertidumbre preocupante en el seno de Los Guindos. El gerente del club en los últimos siete años, absoluto controlador del día a día de la entidad, deja una acefalia difícil de resolver, ya que el presidente, Eduardo García, tiene asignadas otras tareas en Unicaja Banco, y en el club, tal y como explican diversas fuentes, «no se puede realizar una gestión sin que el gerente dé su aprobación».

Otras fuentes consultadas por La Opinión explican que el plan de la Fundación Unicaja sigue su curso y que, en principio, se aplicará a finales de junio, por lo que el nombramiento de un nuevo gerente no se resolverá de inmediato y deberá esperar algún mes más. El propietario del club estudia diversas fórmulas de gestión con un cambio en el actual modelo, que implicará alguna variación, algo que se acometerá cuando acabe la presente temporada. En principio, el nuevo gerente saldrá de Unicaja Banco, como en su día sucedió con Bordes. La entidad financiera quiere que sea alguien de su absoluta confianza quien esté en el día a día y maneje las cuentas del club. Ya se baraja algún nombre incluso.

Pero eso implica que, durante el mes de mayo y junio -fechas clave en el día a día de la entidad, tanto en materia deportiva como económica- habrá un importante vacío de poder. Bordes continúa acudiendo a su despacho de Los Guindos tras haber comunicado al club que se marchará el 30 de abril como mano derecha del nuevo director general de la ACB, José Miguel Calleja.

Bordes sigue inmerso en el día a día, junto a su persona de confianza en estas últimas fechas dentro del club, Mireya Jimena. Ya con fecha de caducidad. Él, claro. Ella es, a día de hoy, la que mejor conoce cuál es el trabajo que se desarrolla en la gerencia. Deberá el club decidir en quién recae alguna de sus parcelas de poder. Que son muchas, muchísimas.

Bordes realizó el transbordo de la Caja al club en verano de 2010. En plena revolución en el Unicaja, con la salida del director general, Berdi Pérez, y del director deportivo, Juanma Rodríguez. Por eso su llegada pasó algo inadvertida. Sobre todo porque se habló, en un principio, que era un abogado de la asesoría jurídica de la Caja que cambiaba su despacho en la sede central por otro en Los Guindos. En principio, él era un comodín para la gerencia, el encargado de resolver temas legales y de redactar los contratos de los jugadores. Comenzó siendo asesor jurídico, adquiriendo conocimientos y creando relaciones con todos los estamentos: ACB, Euroliga, instituciones... Se empapó de cómo funcionaba el club por dentro y tras la marcha del histórico Rafael Jiménez, y ya conociendo cada resquicio de la entidad y del básket, él se hizo cargo de la gerencia del Unicaja.

De asesor legal en el verano de 2010 a álter ego del presidente, Eduardo García, a finales del mes de abril de 2011, tras la prejubilación de Rafael Jiménez, pasó menos de un año. Y, desde entonces, Bordes y su poder dentro de la entidad han ido aumentando hasta ser el absoluto controlador de todo lo que pasa en Los Guindos.

Su trabajo ha sido inversamente proporcional a sus relaciones humanas. El todavía gerente amasó poder y más poder, hasta el punto de que en ningún área del club se puede tomar una decisión de cierto calado sin consultarlo expresamente con él, bien a través de e-mail o bien despachándolo directamente.

Bordes lo ha decidido absolutamente todo en el Unicaja, con el visto bueno de los dirigentes de la entidad, y ha sido el interlocutor con estamentos del básket, instituciones o agentes de jugadores. Hasta donde sus formas le han permitido. No tenía ya trato con un buen número de representantes públicos. Y hace ya algún tiempo que no cruza palabra con el entrenador del equipo, Joan Plaza.

Su figura ha tenido tal relevancia que ha hecho y deshecho hasta en materia de fichajes. No es que él haya decidido los nombres, pero sí que son famosas sus negociaciones con los representantes. Alguna vez le salió bien y se ahorró un dinero. Y otras, no tanto. Por un puñado de dólares, el Unicaja se quedó sin fichar a jugadores como Othello Hunter, cuando dejó Montepaschi Siena, o al alero Matt Lojeski. Por poner sólo un par de ejemplos.

Ha sido el encargado de que el presupuesto del Unicaja, que fue menguando progresivamente hasta la subida de este año, entrase en cintura y no se gastara ni un euro de más. También realizó operaciones que salieron rana. El despido del doctor Carlos Salas fue una gestión pésima, ya que hubo que pagarle el año de contrato que tenía más una indemnización. Y el más recordado es el despido de Trevor Mbakwe, fuera de plazos en tiempo y formas, y que le costó al Unicaja una indemnización de 230.000 euros.

Se atisba ya un nuevo modelo y un cambio importante en los próximos meses, pero antes hay que reponer, en un tiempo clave en lo deportivo y de gestión, su importante marcha y qué se hace en su ausencia. Quién gestiona lo mucho que él ha gestionado. Su marcha abre un periodo de incertidumbre ahora que sólo hay que tener sentidos en el final de temporada. Porque el Unicaja se está jugando volver a la Euroliga. Y el futuro pasa por la Euroliga.