Ni victoria ni el mal menor del average a favor. El Unicaja cayó ayer con estrépito en su visita al Gran Canaria Arena, donde se dejó la quinta plaza de la clasificación tras mostrar una de sus peores versiones de toda la temporada, superado de principio a fin por un rival al que ni siquiera se le pudo competir el partido.

En un día importante para calibrar cómo estaba el equipo a tres semanas para que arranque el play off por el título, el desastre fue general. En la pista y en el banquillo. No se salva nadie. Bueno, sí, Jeff Brooks, que se quedó en casa y no participó del, por muchos minutos, ridículo verde de ayer en Canarias.

La verdad es que esta derrota es un jarro de agua fría y cuestiona seriamente si el equipo está preparado para lo que está por venir en esos cuartos de final de la lucha por el título en los que espera el Barcelona, el Baskonia o el Valencia con ventaja de campo para ellos. Habrá que pensar que lo de ayer fue un mal día, solo una mala tarde. Porque si no, es para echar el cierre, sacar la escoba, «limpiar» el vestuario, cambiar los cromos y pensar ya en el año que viene. Me resisto a pensar eso, pero la imagen del equipo fue tan paupérrima en Las Palmas que invita a poco optimismo.

Porque una cosa es perder y otra es que te saquen de la pista desde el salto inicial. Y el Unicaja ayer ni estuvo ni se le esperó. Directamente no apareció por el Gran Canaria Arena. Al menos, no apareció el equipo que todos queremos ver. El que lucha, el que defiende, el que corre y el que, como le gusta decir al coach, «compite». Ese Unicaja ayer no jugó en la pista del Herbalife. Eran los mismos jugadores de siempre con la misma camiseta de siempre, pero cualquier parecido con la realidad -o al menos con la realidad que todos queremos- fue pura coincidencia.

Un vistazo a las estadísticas del partido explica la debacle: 18 balones perdidos, 23% en tiros de 3, solo 60% en tiros libres, por debajo del 50% en tiros de 2, 17 tristes puntos anotados antes del descanso, ¡¡44 de valoración!! sumando a todo el equipo... Un desastre total.

El 7-0 con el que empezó el partido ya hizo presagiar lo que estaba por venir. El equipo fue incapaz de sumar tres minutos seguidos buenos. Siempre fue a remolque y nunca dio la sensación de poder voltear el marcador y ni siquiera de luchar por el average. Perder por menos de 7 hubiera sido un pequeño consuelo... pero es que no hubo ni opción.

No es día para señalar a nadie, pero alguno ayer desesperó más de la cuenta a su entrenador. McCallum tuvo un espectacular banquillazo tras no dar una a derechas en su primera aparición en el partido. Plaza luego explicó que el base americano estaba con fiebre, pero su aportación la verdad es que fue más de restar que de sumar para el equipo.

El recurso del coach ante esto fue colocar a Nedovic de base un par de veces que Albertito se fue al banco a descansar.

Dentro de todo el desastre cajista en Canarias, la mejor noticia fue ayer la vuelta de Giorgi Shermadini. El georgiano está a años luz de su mejor nivel físico, pero verlo de nuevo en la pista fue una alegría para todos. Ayer, sin poder ayudar al cien por cien, fue el que firmó mejores números: 10 puntos y 17 de valoración. El objetivo era darle minutos y ritmo de competición para que cuando llegue el play off, entonces sí sea factor diferencial. Ese objetivo, al menos, sí lo cumplió el Unicaja ayer.

Ojalá todo esto se quede en una anécdota dentro de unas pocas semanas. De momento, el Unicaja ya no depende de sí mismo para acabar la Liga en la quinta plaza. Quedan tres entregas ligueras más ante Zaragoza y Andorra, en casa, y la última jornada, visitando Badalona. Recuperar sensaciones y volver a creer debe ser ahora el objetivo de todos.