Otra vez. Como casi siempre desde que Joan Plaza llegó a Málaga hace cinco veranos, el Tecnyconta Zaragoza sometió a los verdes en el Palacio Martín Carpena. La de ayer fue una derrota especialmente dolorosa después de un partido tan horroroso como preocupante del cuadro cajista. Y es que la exhibición de impotencia verde durante buena parte de los 40 minutos contra los maños no tiene ninguna razón de ser. Si esto fuera pretemporada, podría buscarse alguna excusa, pero en pleno mes de mayo no tiene perdón de Dios.

El Unicaja tenía en su mano anoche clasificarse de forma matemática para el play off. Con todavía dos jornadas más por delante de la Liga Regular, el pase a cuartos de final hubiera sido matemático en caso de victoria. La lucha por la quinta plaza con el Herbalife también habría estado todavía abierta a falta de los 80 últimos minutos de la Fase Regular. Solo había que ganar al Zaragoza, al antepenúltimo de la Liga, a un equipo que vive su peor temporada en muchos años, a un rival que hasta ayer coqueteaba con el descenso€ Pues nada. Otro fiasco más contra un rival menor. Como el día del Betis, el del Bilbao o el del Gipuzkoa. Que alguien me lo explique.

Después del desastre de la semana pasada en Las Palmas, el equipo tenía ayer dos retos: ganar y, además, convencer al personal de que lo del Gran Canaria Arena seis días antes había sido solo un accidente fruto de una mala tarde. Pues ni una cosa ni la otra. El play off debe esperar -es lo de menos porque creo que solo es cuestión de tiempo, quizás hoy mismo si pierde el «Fuenla»-, pero el golpe moral de esta nueva derrota tan fea sí que deja al equipo muy, muy, muy tocado.

Porque no podemos mirar para otro lado y negar la evidencia. El estado de forma del equipo es preocupante. Las señales que emite el Unicaja a tan pocos días para que arranquen los cuartos de final por el título han encendido definitivamente todas las alarmas. O los de Plaza están jugando al despiste (ojalá) o se han quedado sin pilas justo ahora que llega la hora de la verdad. Es increíble, justo cuando el equipo ha dejado de viajar y de jugar entre semana, ahora que la Euroliga es solo para los mejores, en lugar de ver al Unicaja los fines de semana más fresco, lo vemos más espeso, más perdido y menos competitivo que nunca. ¿Por qué? No lo entiendo.

Dentro de la mala imagen general, la gestión de los últimos ataques volvió a ser nefasta por parte del equipo verde. Y esto ya es demasiado repetitivo. Tiros a destiempo, malas decisiones, nulo trabajo de pizarra... El Zaragoza, por contra, lo tuvo muy claro: balones siempre a Gary Neal. Todos sus ataques fueron iguales. Todo el pabellón sabía que el escolta americano se la iba a tirar. Pues ese pobre recurso del «Nealsistema» le valió el Zaragoza para ganar y sacarle los colores a una paupérrima versión anoche del Unicaja.

Nada hacía presagiar semejante desenlace una hora y media antes. Todo lo contrario. El Unicaja tuvo una puesta en escena primorosa.

Salió como una moto. Ganaba 21-7 en el minuto 8 y cerró los primeros 10 minutos con un esperanzador 23-14. Pero fue empezar a meter Gary Neal a partir del minuto 10 y el partido cambió. Al descanso, la ventaja ya era de solo un punto para los verdes (36-35), subió a 3 en el minuto 30, gracias a un triple in extremis de Milosavljevic (59-56), pero no hubo manera de frenar al americano de Baltimore en el tramo final y la victoria voló del Palacio para desesperación de jugadores, banquillo y grada.

Ganar ayer era una obligación sin excusa. El Herbalife no falló en Burgos. Quedan ahora dos jornadas más hasta el final de la Fase Regular y en estos últimos 80 minutos de la Liga el Unicaja todavía tiene que sellar su pase al play off. Si el Fuenlabrada pierde hoy en Badalona, el Unicaja estará ya matemáticamente clasificado. Pero todavía está por ver si es sexto, séptimo o incluso octavo. Aunque visto lo visto ayer, eso es casi lo de menos. Jugando a este nivel dará igual el puesto al final de la Liga Regular. Hay que recuperar al equipo ¡ya! Deportiva y anímicamente. Si no, la temporada está muerta. Ésa es la triste realidad.