Soy muy afortunado. He vivido muchos días muy felices en los que había que celebrar algo muy bonito. La final del Campeonato del Mundo en Lisboa con los júniors de oro; los dos campeonatos de España que ganamos rodeado de jugadores muy especiales para mí; celebrar que jugaríamos fase de ascenso tras ganar con CB Marbella a Plasencia; tantos y tantos partidos con el Clínicas; los nacimientos de mis sobrinos; ese día que Emilio Alba nos confirmó que habíamos ganado la guerra al maldito bicho... Momentos todos llenos de la mejor felicidad, que es la felicidad compartida con otros.

Pero ninguna de estas experiencias puede superar a casarme contigo. Tú pusiste la mejor definición al momento: celebrar nuestro amor, vuestra amistad y la vida. Y así fue. A tres metros del mar, rodeado de los amigos que más nos quieren, Luis nos casó. Fue capaz de transformar la responsabilidad que asumía por lo mucho que te quiere en un momento mágico, no solo para nosotros, para todos los que allí estábamos. Los speechs de Pedro y Juan Antonio, escritos con el corazón. Cómo se portaron Virginia y Estefanía, que hicieron de regidoras de toda la celebración y no dejaron ningún detalle al azar. Disfrutaban de esa responsabilidad porque te quieren, porque nos quieren. ¡Mil gracias a ellas! Hasta la luna sabía que era un día especial y nos quiso regalar su mejor versión cuando entraba la noche. Y es que teníamos que casarnos al aire libre porque mi amor por ti no cabe en ningún sitio.

Insisto en que la magia fue protagonista porque solo un mago podía juntar a tanta gente que no se conocía de nada o casi nada, pero que a todos les unía el amor que nos tienen. Y porque son maravillosos. Nos faltaron algunos porque las circunstancias mandan, pero ellos saben que los tenemos en el corazón como nosotros sabemos lo que nos quieren.

Hasta Gabo tuvo su espacio y allí todos se fotografiaron junto a él. En una noche tan especial el jefe de la casa tenía que estar presente. Bailar contigo «Revolución sexual», escuchar a Sandra leer lo que había escrito Mérida, el poema que recitó Kiko o cantar con Kiko y Víctor «Cien gaviotas»... Instantes que quedan grabados para toda la vida en un huequito muy especial de nuestros corazones.

Me encantaba pararme, solo, y mirar las caras de todos los que nos acompañaban. Verles felices disfrutar celebrando que tú y yo nos casábamos era muestra de que la noche no era solo especial para ti y para mí. Emoción, alegría, amistad, diversión, música, Jagermeister. Y amor, mucho amor. Así fue nuestra noche, una noche que jamás olvidaremos y que fue tan maravillosa como eres tú, tan especial como lo que siento por ti.

Nosotros, que somos tan disfrutones, hemos celebrado nuestra boda dos veces. Teníamos mucho que festejar. Pero sé, sabemos, que no serán las dos únicas veces que nos casaremos. Yo me caso contigo cien veces. Y mil. Veintitrés de junio y veintinueve de junio, dos fechas que serán días diferentes para nosotros en los que recordar esa decisión que tomamos, una decisión de la que me siento muy orgulloso, casarme contigo.

Lo más bonito es que solo es un paso más a aquella noche que nos conocimos en el «Level», a la mañana que Gabo se unió al equipo o al día que vinisteis a vivir conmigo y convertisteis un piso en un paraíso lleno de amor. Y es solo un paso más porque nos queda mucho por vivir, por celebrar, por hacer, por disfrutar. Y todo lo haremos juntos, porque lo que Luis ha unido es tan fuerte que no lo separa nada.

Este va a ser nuestro nuevo objetivo en la vida, ser felices y serlo juntos. No permitiremos que nada ni nadie intente que no busquemos nuestra felicidad. Y celebrar cada instante que somos felices juntos. No podemos perder el tiempo así que continuaremos con la fiesta yéndonos de viaje de novios. Pronto haremos las maletas y nos vamos para el aeropuerto agarrados de la mano a iniciar una nueva aventura juntos.

Antes de terminar no se me olvida darte las gracias por esa noche en la que nos casamos y por regalarme el día más bonito de mi vida. ¡Te quiero, mi amor!