Un mismo sentimiento y los colores verde y morado por la venas que le corren a cada aficionado de Unicaja. Pero ayer para alguien fue su primera vez cruzando las puertas del Martín Carpena, una persona con una historia muy curiosa. Eneko Alaña es la definición de esa pasión por el equipo malagueño, pero su historia es diferente. Natural de Bilbao, Eneko comenzó a jugar al baloncesto a los ocho años y pronto se fijó en alguien que se convirtió en su jugador favorito, por encima de cualquier estrella incluso de la NBA: Berni Rodríguez.

«Desde que los vi por primera vez, me identifiqué con él. Al principio no era del Unicaja, era de Berni y nada más. Me sentaba cada fin de semana ante el televisor para poder verle jugar», explica un todavía emocionado Eneko.

Con 27 años que tiene, este aficionado vasco del conjunto malagueño aún recuerda lo que le dijo a su padre una Navidad, cuando tenía 12 años. «La primera vez que mi padre supo que era del Unicaja fue cuando le pedí para Reyes una camiseta del equipo, y automáticamente se quedó asombrado. Le costó mucho poder hacerse con una», explica sonriente Eneko, ya que su padre tuvo que contactar con un amigo de un compañero de trabajo para que la elástica verde subiera hasta Bilbao, la de Berni ¡cómo no!

Saliendo desde el hotel para presenciar su primer partido en el «Infierno Verde», y con la misma camiseta que estrenó 15 años atrás, le esperaba la gran sorpresa del día. El conductor del taxi resultó ser un tanto especial. «Me monté detrás y en cuanto le escuché hablar supe que era el eterno capitán: Berni Rodríguez», asegura un Eneko al que no se le borra la sonrisa de la cara. Pero es que la leyenda de Los Guindos todavía tenía algo que darle al este gran fan del conjunto verde. «Al bajarme del coche, me dio esta camiseta que ha sido la mayor pasada que me podría imaginar», comenta exaltado el vasco cajista. En la espalda luce serigrafiado, «Boquerón bilbaíno», y por supuesto el dorsal de su ídolo, el 5.

Eneko es un chico que tiene pasión por la cantera y su jugador favorito en el partido de ayer fue, sin duda, el base malagueño Alberto Díaz, que jugó un auténtico partidazo. Pero independientemente del ambiente o el resultado, Eneko cumplió su sueño al fin: respirar la magia del Unicaja en el Martín Carpena como un malagueño más, como un miembro de la «marea verde». Un día inolvidable.