De Nemanja Nedovic a Jaime Fernández. De la Euroliga a la Eurocup. De los 12 millones de presupuesto a los 10 y pico. El nuevo Unicaja, sin el glamour ni los nombres de la pasada temporada, con apellidos más mundanos, se ha puesto ya manos a la obra, porque le toca escalar una empinada montaña. Los objetivos están ahí. Y en la mochila están las mismas piedras, la ilusión por pelear por títulos. Pero se ha puesto a ello, ha arrancado ya con ese periodo de transición que le toca transitar, de la etapa de Joan Plaza a la de Luis Casimiro, y en la Liga Endesa, en la competición nacional, el empuje verde ya le ha puesto con un balance de dos victorias y sin derrotas. Valencia y Fuenlabrada ya están marcados en rojo: objetivos, ambos, superados. Y con nota.

El Unicaja conquistó anoche la pista del correoso Montakit Fuenlabrada a lomos de un purasangre de nombre Jaime y apellido Fernández. Más español que el sol, que la paella y que los toros. Pero mientras otros nombres más relumbrantes como Roberts, Milosavljevic o Wiltjer acaban de aterrizar en el equipo, Jaime se ha puesto el listón alto y ya lidera a un Unicaja que arrasó, en el último cuarto, al equipo madrileño. Jaime firmó una sensacional exhibición desde el primer segundo de partido. Suyo fue el primer triple que abrió el partido. Y suyo fue el último que lo cerró. Y entre uno y otro, otras seis «bombas» más, con 28 puntos, 6 rebotes, 4 asistencias y 32 de valoración. 8 de 11 desde el arco de 6,75 metros. En 26:50 minutos. De Nedovic a Fernández parece que hay menos curvas.

El Unicaja logró anoche una victoria de mucho mérito, en un partido muy loco por momentos, en el que los de Luis Casimiro pudieron y supieron jugar sus cartas. Era un encuentro trampa, y el Unicaja lo jugó bien. Tuvo que sufrir en algunos momentos, porque en esta Liga Endesa nadie te regala nada, pero aplicó solvencia, ayudado por un extraordinario acierto exterior del 54%. Metiendo uno de cada dos triples todo es más fácil. Está claro. Pero hay que meterlos, claro...

El tremendo acierto en el tiro marcó marcó el encuentro desde un arranque muy eléctrico, con un continuo intercambio de canastas y de triples. Luis Casimiro había apostado por el mismo quinteto con el que inició la Liga en Málaga ante el Valencia, con los cuatro nuevos más Milosavljevic para aportar equilibrio. Con 8-10, tras dos triples de Jaime Fernández, fue el Montakit el que comenzó a ver aro: 15-10. El partido se jugaba desde el arco de 6,75 metros, con Clark muy acertado también. Sasu Salin puso a calentar su muñeca y con dos triples saliendo de bloqueo marcó la primera ventaja malagueña: 16-20.

El partido se jugaba a impulsos, con poca defensa y mucho descaro. Y ahí, el mexicano Paco Cruz va sobrado. Con cinco puntos seguidos, el marcador al final del primer cuarto marcaba 21-20. Una renta que el propio Paco, con otros cinco puntos, amplió a 28-23. Casimiro volvió a mater en pista a Jaime Fernández, que pidió la bola y asumió el control. El madrileño ha evolucionado muchísimo en el tiro exterior. Jaime encontró la colaboración de «King Kong» Waczynski, y entre los dos sumaron otros cuatro triples: 31-36.

Julbe metió a Lucas Nogueira por primera vez en pista, quien no pudo jugar, por molestias físicas, fue el excajista Eyenga. Lessort se divirtió, Shermadini por fin comenzó a competir (40-45) y Popovic cerró el encuentro al descanso con un canastón de la casa a un pie: 43-45. Al intermedio, el Fuenlabrada había metido 7 de 14 desde la línea de tres y el Unicaja, 8/16. Un 50% para los dos. El que mantuviera ese nivel de acierto iba a llevarse el partido. Eso, o debía plantear un importante cambio en su forma de leer el duelo. El Unicaja mantuvo constancia en la anotación. Apareció por fin Wiltjer. Roberts pedía el cambio a gritos, sin actitud defensiva y sin acierto, pero Casimiro esperó hasta que el base cometió un dos más uno. Jaime arregló los desaguisados, a base de talento y acierto. Shermadini también quiso sumar. El Unicaja se puso 9 arriba entrando al último cuarto: 58-67.

El «Fuenla» tuvo su último arranque: 66-67. Pero desde ese momento, el Unicaja se multiplicó. ¿La clave? Carlos Suárez. En defensa y en ataque, leyó, hizo jugar y anotó. Roberts, sin acierto, se dedicó a dirigir. Lessort se creció, como en el tercer cuarto ante el Rytas. Y con 74-85 apareció el artista, de apellido humilde y de sensacional talento. Fernández se llama. No es Nedovic. No comparen. El nuestro, ahora, es él: Jaime.