Ir al Carpena vuelve a ser sinónimo de diversión. Uno tiene la sensación de que, por momentos, el pasado curso hubo una especie de huida hacia adelante en el que la angustia se convirtió en habitual, y la pasión dio paso a la tortura. Se trata de sentir y transmitir. Y de jugar al baloncesto, qué demonios. El abonado del Unicaja se marchó muy feliz en el debut ante Valencia, se ganó de calle luego al Skyliners y ayer por la tarde se volvió a exhibir un grandísimo nivel contra el Gran Canaria. El Unicaja se divierte jugando y el aficionado se lo pasa pipa. Se sufrió, claro, porque esto es baloncesto del más alto nivel, y el rival también juega. Pero se ganó, que es lo importante. Y con grandes dosis de alegría.

La apuesta de este Unicaja es jugar siempre con la quinta marcha puesta. Jugar a 18 segundos mejor que a 20 en cada posesión. Y si son 15, pues mejor que 18. El equipo es atrevido, tiene chispa, maneja recursos y, además, impone cordura. Juegan los que están mejor en cada momento. Y si hay que parar el partido con un tiempo muerto pues se para, sin rasgarse las vestiduras. El equipo, aparentemente, vive del triple, pero a Gio Shermadini le llegan este año más y mejores balones. Yo no sé si este Unicaja cumplirá con los objetivos, jugará la Copa, luchará por la Eurocup y peleará con los «grandes» en el play off... Pero yo me lo estoy pasando pipa cada vez que voy al Carpena. Y éste es el mejor arranque posible. Hay que ganar, claro. Porque esto es deporte profesional y aquí la gente gana un pastón. Pero ver en libertad a tíos como Jaime Fernández y compañía es un placer.

Hay que arreglar muchas cosas aún. La defensa de Shermadini en el pick and roll nos penaliza un montón, por ejemplo. Y el rebote en tu aro ha de ser tuyo, hay que pelearlo, eso es primordial. Pero esto sólo acaba de empezar y, por lo pronto, el Unicaja ya ha ganado a Valencia y Gran Canaria, dos de sus rivales directos en el reto de volver a la Euroliga. Los canarios estuvieron muy erráticos en la mayor parte de la primera mitad. Sólo anotaron 13 puntos en el primer cuarto y un arreón de tres triples consecutivos les permitió borrar el 31-17 y ponerse con 33-28 a cinco minutos del descanso.

Casimiro lo arregló rápido. Jaime Fernández volvió a pista y continuó la tremenda agresividad atrás, metiendo muchas manos y tocando balones. Lástima que la lucha por el rebote fuera amarilla. Porque si no al descanso el partido ya hubiera estado rematado, aunque el 49-35 que reflejaba el marcador lo hubiera firmado cualquiera.

La vuelta del vestuario siguió siendo muy plácida para los verdes, con canastas sencillas de Lessort y Wiltjer, a pesar de la tercera falta del galo: 54-37. El Granca comenzó a jugar su partido, buscando mucho triple, reboteando en ataque y poco a poco entró en el partido, tras una «bomba» de Evans: 58-48. Wiltjer contestó con un dos más uno y Casimiro movió el banquillo para buscar defensa con Alberto y magia con Jaime Fernández. Hasta Shermadini tuvo un arreón de coraje que encendió a la grada, tras un rebote en ataque y una canasta con mucha más de la pasión y la «sangre» que habitualmente gasta el gigante georgiano. Los cambios le vinieron de lujo al Unicaja, que volvió a pisar el acelerador y a alejar al Herbalife: 66-48.

A golpe de triple, como antes el equipo isleño, las «bombas» de Jaime Fernández y del capitán Suárez pusieron de nuevo en órbita a los verdes: 69-50. Pero los «pío-pío» quieren seguir vivos y lo logran con dos triples desde la esquina de Rabaseda y Tillie. No dudó Casimiro, con 69-56 a 1:34, en parar el choque con un tiempo muerto. Con Paulí frenando ahora a Jaime, el encuentro se fue al final del tercer cuarto con 69-58. Había partido en los 10 últimos partidos.

Gio «Shermanaitor» sacó al Unicaja de este apuro, con 7 puntos consecutivos: 76-63. El georgiano se ganó la ovación de la tarde-noche, tirándose al suelo en la disputa de un balón que él robó. El Granca rompió la barrera de los 10 (76-67, min.34). El Unicaja no encontraba el camino del aro y los triples de Díez o Salin los escupía el aro. Pero le bastó al Unicaja con el goteo de puntos que le dio el talento de Roberts o el oportunismo de Milosavljevic. Jaime Fernández, con un canastón con 80-72, ayudó a cerrar el partido. Suárez cogió un rebote ofensivo salvador, con 82-76 y un minuto y medio. Jaime anotó dos libres (84-76) y el madrileño lo cerró con una bandejita. Victoria y diversión, con una "bomba" final de Jaime: 89-76.