El Unicaja estaba avisado, pero el ser humano es imprevisible y, en ocasiones, tropieza dos, tres y hasta cuatro veces en la misma piedra. No lo hizo el Unicaja, que espabiló a tiempo y enderezó en la segunda parte una primera mitad fea y mala, sus peores 20 minutos en el Carpena en lo que va de temporada. Pero cuando entendió la situación, se percató del problema en el que se podía meter y le tomó el pulso al choque, el equipo de Luis Casimiro pasó por encima del Tecnyconta Zaragoza, el rival que le ha amargado la vida en Málaga en el último lustro. Y ganó con un baloncesto brillante en el segundo tramo, pasando por encima de su rival: 98-82.

Se lo curró el Unicaja, pero a fin de cuentas ganó. Y lo hizo tirando de manual, jugando los que tenía que jugar en cada momento. Parando el partido cuando había que hacerlo. Y con un brillante Giorgi Shermadini, que revitalizó al equipo y le mostró que el camino más recto hacia el aro no es el triple, si no la pintura. Y todo esto, en el día en el que Pablo Sánchez se convirtió en el chaval más joven en debutar con el Unicaja. Sólo 16 años y 9 días.

El Tecnyconta no es el Unics Kazan. Ni por presupuesto ni por recursos ni por una decena de motivos más. Sin embargo, el 0-10 con el que arrancó el partido del martes fue primo hermano del arranque del vivido anoche: 5-15. Cambios de peones y tiempo muerto de Luis Casimiro para frenar la sangría. Díez y Wiltjer, flojos atrás, al banco. Pero el cambio de escenario siguió a un nivel similar. Y Casimiro tuvo que darle otra vuelta de tuerca al equipo, con otro doble cambio. Jaime y Shermadini, dentro. Tras siete minutos, con la entrada de Waczynski por Salin, el manchego ya había cambiado su quinteto completo. Y ahora, con el «plan b», el Unicaja sí comenzó a respirar el partido. Porque con un base (Jaime) y una referencia interior (Gio), el baloncesto es mucho más legible. Así que del susto inicial, el equipo, sin grandes aspavientos ni un gran juego, se metió en el siguiente cuarto con una desventaja salvable: 17-22. Lo peor, los malos porcentajes de tiro (2 de 10 en triples) y las dos faltas de Jaime Fernández.

No estuvo acertado el Unicaja. Ni demostró los bríos ni la chispa de otros encuentros. Es más difícil brillar sin anotar de tres, claro. Y esa merma convirtió el partido en un continuo toma y daca. Con arreones malagueños a los que le seguían otro empujón maño. De 21-31 pasó a 26-31 y de nuevo 26-36. Un intercambio de golpes que no beneficiaba en nada al Unicaja, huérfano de Fernández (en el banquillo con dos faltas) y de una defensa más contundente.

Aunque llegaron por fin los triples, con las firmas de Wiltjer y Waczynski, las facilidades atrás permitieron al Tecnyconta seguir dominando: 37-42. Aprovechó el Unicaja el descanso de McCalebb y la entrada de Santana para tomar algo más de aire, a pesar de los puntos de Seibutis, y llegar al intermedio con 42-44. Visto lo visto hasta el intermedio, lo mejor era el resultado. Sólo dos abajo tras una primera parte muy floja, la peor vista en el Martín Carpena en esta nueva etapa de Luis Casimiro en el banquillo verde.

Había que tocar varios resortes para mejorar y ser más competitivos, porque la victoria era oro. Casimiro aplicó cordura. ¿Qué le había ido bien? Pues Jaime dirigiendo, Waczynski anotando y Shermadini por dentro. Así, el Unicaja arrancó por fin la primera ventaja de todo el partido: 47-44. Y se fue cinco arriba: 55-50. Con Shermadini como referencia, sin abusar tanto del triple, el Unicaja fue, poco a poco, haciéndose con un partido tosco y feo, que el georgiano llevó a sus dominios, dentro de la zona: 63-54.

El Unicaja se fue al final del tercer cuarto con la máxima del partido a su favor (70-58) y con la sensación de que el trabajo estaba finiquitado. No pensó así Santana, con una salida fulgurante: 72-67. Esos cinco puntos eran dolorosos. Pero un triple de Milosavljevic y un recita de Sasu Salin en edición de bolsillo devolvió la tranquilidad a la parroquia costasoleña y el tope al electrónico: 85-69. Una victoria más (98-82), la octava en diez partidos entre ACB y Eurocup, la sexta consecutiva. Sin el glamour de otros triunfos, pero muy valioso para sumar ya 5-1 en ACB y mirar ya de cara a la Copa del Rey, el primer objetivo del curso.