Hace unos días jugué con mi equipo un partido de liga EBA en el colegio Novaschool. Al descanso, acompañado por su cuñado Miguel, vino a darme la alegría del día un amigo, un gran compañero. Si os hablo de Jorge Ruestes lo mismo no sabéis quien es, aunque viváis el baloncesto como yo. Pero si os nombro a Jordi seguro que todos tenéis claro a quién me refiero.

Pues sí, Jordi consiguió sacarme una sonrisa. Y mira que eso es difícil en el descanso de un partido. Hacía mucho que no lo veía porque ahora yo trabajo a cincuenta y cinco kilómetros de Málaga y él ya no se prodiga por las canchas como antes. Jordi es todo un personaje en el mundo del baloncesto malagueño. Hablar de CB El Palo sin que no te surja su nombre es imposible. Con Jordi solo hay dos opciones: o le quieres o le quieres.

Él es unas de las personas que más sabe de baloncesto en Málaga. Y mira que no estudió para ser entrenador ni tampoco se preparó. Él sabe de ver baloncesto, de ver partidos y entrenamientos. Él tiene un talento especial para decirte si un jugador es bueno y tiene futuro o si tan solo es uno más de los muchos que hay.

Yo he tenido la suerte, y el honor, de compartir muchos años banquillo con él. Hemos jugado juntos muchos partidos, muchos torneos y campeonatos. Hemos hecho infinidad de kilómetros en autobús. Alguna pizarra me ha perdido, pero no importa, a él se lo perdono. Era muy difícil mejorar las estadísticas de Jordi. No utilizaba ni portátil ni tablet ni programa o app. Ni siquiera calculadora para sacar los porcentajes. Él me enseñó de la importancia de un dato básico para mí desde entonces: saber los puntos que anotas y los que recibes por posesión. La imagen de Jordi con su planilla estadística y su bolígrafo de cuatro colores es mítica para mí.

Para que podáis conocer un poco mejor a Jordi y lo grande que es, os cuento una anécdota que nos pasó en Tarrasa. Allí fuimos a jugar un torneo. Después de estar un día allí, todos los organizadores del campeonato ya conocían a Jordi. Cuando no sabías dónde estaba, lo podías encontrar en el bar del pabellón, metiéndose en el cuerpito una flautita, que no era otra cosa que un bocata más grande que él con una salchicha dentro. Que se ganara a todo el mundo no nos extrañaba porque donde quiera que fuéramos nadie preguntaba por tal o cual jugador, todos preguntaban si había venido Jordi en la expedición.

Pero aquí, después de jugar la final del torneo, teníamos que irnos corriendo para coger el tren de vuelta. Nos dieron el trofeo en el vestuario sacándonos del protocolo de la entrega de trofeos por la prisa que teníamos. Después de que los chicos se ducharan a toda pastilla y estuviéramos todos listos para marcharnos, faltaba Jordi. ¿Dónde estaba? En la entrega de trofeos junto al presidente del Tarrasa y el alcalde de la ciudad encargado de hacer los honores de entregar los diferentes trofeos. Así de importante era él.

Con Jordi también he vivido muchos campus de Unicaja. Allí todos los niños le querían. Una de las míticas frases del campus era la que da nombre a este artículo. «De queso, buenísimo», fue la respuesta de Jordi, que estaba un poco teniente, a uno de los chicos del campus que le preguntó qué hora era. Todo el mundo en el campus repetía esa frase sin cesar. Pasaron los años y se siguió usando el mítico «de queso, buenísimo». Es verdad que Jordi no oía bien, pero el tío cuando no le interesaba lo que le estabas diciendo no dudaba en decirte que el sonotone no tenía pilas, para que así lo dejaras tranquilo.

En el CB El Palo es toda una institución. Allí todos lo quieren. Junto a su inseparable Ramón Pis y su amigo Tafur son el trío más maravilloso del baloncesto malagueño. Imposible no quererles.

Jordi ha peleado muchos años contra una maldita enfermedad, enfermedad que ahora se ha convertido en el campeonato más duro que ha jugado nunca. Pero estoy seguro de que todo lo que ha aprendido en los banquillos y el cariño que todos le tenemos le ayudará a vencer este campeonato tan puñetero en el que está inmerso mi amigo.

Querido Jordi, gracias por venir a verme ese sábado y sacarme esa sonrisa. Sigue luchando a tope, como siempre hiciste y nunca olvides lo que te queremos los que te conocemos.

Un fuerte abrazo, amigo.