El Unicaja se llevó una valiosa y, esperemos, que una inolvidable lección de Turín: no puedes tirar a la basura en tres minutos el currazo que te has dado en 30. También aprendió en tierras italianas que no hay que confundir fiesta con juerga ni libertad con libertinaje. El Unicaja afrontó los últimos siete minutos con 75-92 arriba, pero de repente se vio cayendo por 95-94. Me encanta ver jugar al equipo, divertirse en la pista, transmitir alegría y hacer disfrutar. Pero el Unicaja tiene también que saber cambiar de marcha. Meterle, en un momento determinado, cloroformo al partido. Dormirlo, dejarlo ir, ensuciarlo si hace falta.

Quiso seguir corriendo y pasándoselo bomba el Unicaja ante un rival al que, precisamente, le va ese juego. Me quedo con que es muy pronto aún, que este proyecto apenas lleva mes y medio en funcionamiento. Y que, aunque queda mucho latín por estudiar, el Unicaja ha firmado siete victorias consecutivas tras ganar al Auxilium Pallacanestro Torino por 104-105.

Con el trabajo bien hecho tirado por la borda en cinco minutos de locura salió al rescate Jaime Fernández. Con 98-96 abajo anotó una bandeja. Luego Dani Díez -sí, Dani- anotó de tres: 98-101. Pero Fiat Torino se puso 102-103 y con balón a favor, tras no saber cerrar el Unicaja un rebote (seguro que ya les suena esto del rebote). Wilson puso el 104-103 a 13.4 segundos. Casimiro guardó un tiempo y lo usó. Y Jaime, quién si no, anotó una «bombita» que hubiese firmado el mismísimo Juan Carlos Navarro. Iba a decir que Nedovic, pero ya saben que el fabuloso escolta serbio y los finales de partido apretados estaban un poco peleados. No tuvo bastante Jaime con eso, si no que fue capaz de frenar la galopada italiana con cuatro segundos, y ahí murió el partido: 104-105.

Un encuentro que fue una verdadera fiesta hasta el minuto 32. El Unicaja salió al partido a intercambiar canastas (8-8) y Kyle Wiltjer tuvo uno de esos arranques suyos. Ya lo demostró contra Valencia y Manresa. Y el ala-pívot trasladó su «momentazo» a Turín. Uno, dos y tres triples seguidos. Luego dos canastas más posteando y lanzando cayendo hacia atrás. 13 puntos para él, que desarmó la resistencia italiana con un Unicaja pleno de acierto. Los cajistas dieron un primer estirón (13-21) y cuando los dos banquillos entraron en acción dieron el segundo, aprovechando su mayor fondo de armario: 30-44.

El equipo verde jugó a mil por hora, con un juego muy vistoso y atractivo. El Auxilium Pallacanestro Torino era un muñeco en manos de este Unicaja. Lo intentó Wilson, también Carr. Pero el Unicaja atacaba a lo bestia. Cuando Wiltjer se fue al banco, Shermadini fue el que produjo, con dos jugadas de dos más uno. Y, por fin, Dani Díez se quitó ese disfraz deprimido que ha tenido todo el arranque de curso y se desmelenó. Una, dos y tres «bombas» para él. El Unicaja alcanzó la máxima: 40-59. Al Descanso en Turín, el Unicaja dominaba por 14 puntos de renta 48-62. Con 12/22 en triples y 11/15 en tiros de dos. Un espectáculo verde que arrasó Turín en 20 minutos trepidantes y excitantes.

Lo que vino después fue un intercambio de parciales y de golpes. Ante un rival del nivel de Turín esto supone mantener la renta. Al Unicaja, curiosamente, se le ve tranquilo en estas lides. Le gusta darse bofetadas con su rival. Tiene muchos puntos el equipo de Luis Casimiro. Se le caen de los bolsillos porque ésa es su forma de entender el baloncesto. Y en ese terreno de nervios se mueve a las mil maravillas. Me atrevería a decir que le gusta.

Por eso nadie se puso nervioso cuando Torino se colocó a ocho puntos (71-79). Al contrario: dos triples más, de Salin y Waczynki. A este Unicaja le gusta apagar los fuegos con más gasolina. Así es este equipo. Ante un rival como Turín, con seis estadounidenses que juega cada uno a lo que le da la real gana en cada momento, el Unicaja va a ganar siempre. Porque más allá de su velocidad en el juego, cuando tiene que ponerse serio sabe hacerlo. Lo ha demostrado ya en varias ocasiones. No rehuye tampoco el cuerpo a cuerpo. Shermadini le dio, de hecho, un codazo involuntario a Rudd, y nadie se inmutó.

Pero luego se confundió. Porque una cosa es jugar con descaro y otra ser un descerebrado. El Fiat Torino, un equipo de playground, repleto de americanos sin conceptos de equipo pero con fabulosas individualidades, olió sangre y atacó. Y lo demás ya lo saben. Se perdió una renta impagable (75-92) para llegar a 95-94. Jaime sacó al equipo del apuro. Siete victorias consecutivas para el Unicaja. Muchas... Algo inimaginable, para ser sinceros.