A 1:36 del final del tercer cuarto, el Martín Carpena se puso en pie para premiar, con una atronadora ovación, a Jaime Fernández y Sasu Salin. Apenas unos minutos antes, en el brutal desconcierto creado por la más absoluta apatía malagueña, esos aplausos eran dudas. El Unicaja había llegado al descanso cayendo por 43-48, había llegado a verse 12 abajo (28-40) y la sensación de indolencia y dejadez defensiva del equipo malagueño se había apoderado de la grada. Pero cuando Jaime y Salin enfilaron el camino del banquillo, toda esa desazón se había transformado, de nuevo, en algarabía y alegría. El Unicaja ganaba, cuando el madrileño y el finés se iban a descansar, 66-53.

Un cuarto de antología del Unicaja, que cerró (¡¡¡por fin!!!) su defensa y su aro, y que se apuntó por 28-7. El cuadro de Luis Casimiro transformó en puntos todo lo que tocó en ataque. Y que fue un coloso en defensa. Esos 10 minutos demostraron que el equipo, cuando quiere, sí sabe defender. Así que se acabaron las excusas. Ya sabemos que cuando se quiere, se hace. A bajar el culo y currar también en esa parte del campo. Porque algunos partidos se ganan en ataque, pero las finales y los títulos llegan desde la defensa.

El Unicaja acabó ganando al Rytas Vilnius por 95-76 enganchó su quinto triunfo consecutivo en Eurocup y sigue colíder con el Unics Kazan (5-1 ambos), y con los dos pies ya en la siguiente fase. El Unicaja aventaja al quinto del Grupo D (el primero que se queda fuera) en cuatro triunfos, el Mornar Bar, con 1-5. A falta, justamente, de cuatro jornadas. Así que puede ser oficial en la próxima jornada de la Eurocup el acceso al Top 16.

La salida a pista fue una clara muestra de intenciones, tanto en uno como en otro equipo. El Unicaja trasladó siempre que pudo el balón al interior de la zona, donde Gio Shermadini fue un coloso de salida, con un Lessort que le tomó perfectamente el relevo. El Rytas lituano apostó justamente por lo contrario: triple, tras triple y más triple. De Seeley, de Girdziunas... de todo el que pasaba por allí. Hubo barra libre desde la línea de 6,75 metros, porque las facilidades dadas por el equipo malagueño eran muy alarmantes.

Ahí comenzó Luis Casimiro una búsqueda que nunca encontró, tratando de tener un quinteto que le fuera fiable en los dos lados de la pista. El colador defensivo del Unicaja hizo aguas con el 28-40 del Rytas. Con semejante horizonte y mal en el tiro exterior, el Unicaja tuvo que aplicarse atrás. Un par de buenas defensas le bastaron para que Wiltjer, con dos triples, acercada al Unicaja: 37-40. Pero el Rytas volvió a entrar en la zona malagueña como cuchillo en la mantequilla. Los porcentajes de tiro al intermedio lo decían todo: 12/20 (60%) en tiros de dos y 7/12 (58%) en triples para el Rytas y 43-48 para los bálticos, claros dueños del encuentro.

Todos los defectos exhibidos durante 20 minutos quedaron resueltos en tres minutos y medio. En ese tiempo, el Unicaja fue capaz de defender todo lo que no había defendido antes, anotó de tres con «bombas» de Salin y Jaime, e intimidó a base de casta: 56-48. Tras casi cinco minutos, el Rytas vio aro. Su travesía del desierto le había llevado de estar 12 arriba mediado el segundo acto (28-40) a ir cayendo por 56-48.

La canasta de Kairys no desordenó al Unicaja, que siguió defendiendo, a pesar de los cambios, y comenzó a incrementar su renta de forma progresiva. Al final del cuarto ya ganaba 71-55. Shermadini se creció en la zona y Milosavljevic, con un mate, puso el +22: 79-57. El Rytas sacó la bandera blanca y el Unicaja se divirtió, como es costumbre esta temporada. Lessort la hundió (92-69) y jugó Pablito. Y todos felices.

Las estadísticas del partido, aquí.