Me paro un momento para echar la vista atrás y recordar navidades pasadas. Cuando uno tiene la edad que tengo yo es evidente que ha vivido unas pocas. Estas fiestas tan especiales para todos, para mí están ligadas al baloncesto, claro está. Y es que el baloncesto no es solo mi profesión, también es mi pasión. Mis primeros recuerdos de navidades y baloncesto son aquellos famosos torneos de Navidad que cada año organizaba el Real Madrid. Yo era un niño. Todos mis amigos aprovechaban para estar en la calle y jugar yo qué sé a qué. Lo normal, puesto que no teníamos clase. Yo me quedaba en casa porque televisaban los partidos del torneo de Navidad del Real Madrid. Es más, si tenía que ir con mi familia a cualquier sitio me cabreaba porque no me podía perder el partido. Si el 24 teníamos que cenar en casa de mis tíos, yo volaba a ponerme delante de la tele para ver el partido. Creo recordar que el torneo pasó a denominarse Memorial Fernando Martín poco después del fallecimiento del fabuloso jugador. Era increíble ver en este torneo a la selección yugoslava de Petrovic, la selección soviétiva de Sabonis o los combinados americanos que siempre, o casi siempre, se llamaban Marlboro All Star. Y, por supuesto, al anfitrión, el Real Madrid de Corbalán.

Cuando empecé a ser un hombrecito y decidí ser entrenador, las navidades seguían siendo baloncesto. Tuve la suerte de pasar muchas de ellas en Guadalajara entrenando con la FEB y vinculado a alguna selección. Otras tocaba en Madrid, en la Residencia Joaquín Blume. Era época de vacaciones escolares y la FEB aprovechaba para juntar a las diferentes selecciones para que entrenaran, se conocieran los chicos y conocieran a sus entrenadores. Algunas navidades teníamos torneos en los que, además de entrenar, competíamos contra otras selecciones.

Tengo un fabuloso recuerdo de aquella época en la que aprendí muchísimo de fantásticos entrenadores de formación, con los que además pude forjar una amistad. También compartí pista con niños maravillosos que después fueron grandes estrellas del baloncesto actual. Sinceramente que me lo pasé muy bien dentro y fuera de la cancha. Era una experiencia tan fascinante y tenía tan poca edad que no me importaba pasar la Nochebuena en Guadalajara, en la residencia donde estábamos alojados. Ahora esto me parece impensable. De hecho, creo que la FEB ya no concentra en fechas tan señaladas a ningún grupo.

Después me tocó ser primer entrenador de equipos de cantera de Unicaja. Eso significaba tener algún prestigioso torneo en estas fechas. Dobles sesiones de entreno para preparar esos torneos puesto que los chicos no tenían clase y experiencias competitivas fantásticas en Hospitalet, por ejemplo. ¡Vaya torneo más bonito! Eran auténticos campeonatos de España reforzados con algunos equipos extranjeros además. Allí jugamos una final, que perdimos, con la generación del 83. Ahora el torneo es clasificatorio para la Final Four Junior que se disputa coincidiendo con la Final Four de la Euroleague. Está organizado con menos equipos, hay más conjuntos extranjeros quizás y tiene una enorme importancia puesto que el ganador va a esa Final Four.

Después mi Navidad durante seis años estuvo ligada a la Federación andaluza preparando los campeonatos de España por comunidades, otra experiencia grandiosa formando parte de una familia espectacular que sacaba petróleo en cada campeonato a pesar de las enormes dificultades que se tenía para prepararlos. En esos campeonatos no paramos de ganar medallas en esos seis años. Hasta ganamos el campeonato dos veces. Pero ya iba teniendo una edad y aunque el campeonato me divertía muchísimo, era muy duro prepararlo. Por eso, después de ganarlo con la generación del 94 decidí dejarlo e intentar vivir la Navidad de una manera diferente.

Ahora, claro que sigo entrenando en Navidad. Los entrenadores somos así de pesados. Pero la prioridad en esas fechas es mi otra pasión, Ana. Con ella vivo cada Navidad viajando si se puede o en casa si no nos cuadra coger un avión. O el AVE a Madrid. Y os aseguro que disfruto tanto o más de experiencias diferentes pero tan espectaculares como las que viví compitiendo detrás de la pelotita naranja.