Es letal en lo que se ha convertido el fútbol. El nivel de profesionalismo es enorme. Antes, un equipo técnico estaba formado por el entrenador, su ayudante y el preparador físico. Hoy puede haber cinco o seis entrenadores y tres o cuatro preparadores físicos, recuperadores, utilleros, médicos especialistas... El profesionalismo es enorme en todos los departamentos de un club de fútbol.

Y es que hay mucho dinero en juego. Ahora se habla de que fichar a un jugador por 15 o 20 millones de euros es una ganga. ¿Habéis visto alguna vez veinte millones de euros? ¿Sabéis lo que es? Se pagan ochenta millones por jugadores que son mediocres y que no han demostrado nada ni antes ni después de ser fichados. Si quieres ir a por una estrella mundial tienes que preparar mínimo 200 millones de euros para empezar a hablar. ¡Doscientos millones de euros! ¡Madre mía!

La diferencia entre clasificarte en Champions o no es enorme. No os digo nada entre descender a Segunda o quedarte en Primera. Hay mucho en juego, mucho dinero, dinero necesario para mantener los enormes presupuestos que tienen los clubes.

Este temporada se introdujo el famoso VAR para eliminar los errores arbitrales que perjudican a los equipos cuando tanto hay en juego. Aumentar la justicia es muy positivo y contar con el VAR también es una inversión enorme que hace la Liga. Pues es imposible. Llevamos seis meses de competición y todavía no está claro cuándo entra el VAR y cuándo no. Que vaya tontería, por cierto. ¿Por qué hay que dejar jugadas sin analizar? Jugadas que sean importantes para un partido, claro está. ¿Pero no está para eso?

Esta semana el presidente de los árbitros dio una rueda de prensa, rueda de prensa que estaba prevista para febrero pero es que el presidente de un grande llamó al presidente de la Federación quejándose por el VAR y entonces hay que adelantarla. En esta rueda de prensa, este señor dijo que el VAR sólo se había equivocado en siete penaltis. Lo dijo como una grandísima noticia.

O sea, que alguien que está viendo el partido delante de una televisión con las repeticiones que necesite y sabiéndose de carretilla el reglamento se puede equivocar... Ahora, no nos dicen cuáles fueron esos siete errores. Señalar a los árbitros no. Ese corporativismo te lleva a pensar que el VAR no entra a veces por protegerse ellos mismos. No te digo que te equivocaste porque el sábado que viene pito yo y espero que tampoco me corrijan a mí. Con lo fácil que sería que hubiera árbitros de campo y árbitros de VAR que nunca piten en el campo y fueran independientes.

También esta semana hemos visto cómo se ha desestimado una reclamación de un equipo por alineación indebida del otro basándose en que se presentó fuera de plazo. Partiendo de la base de que vaya torpeza presentar la reclamación tarde, la juez única de la Federación tiene razón en que se presentó fuera de plazo. Ya no sé si tiene razón o no en no en tener en cuenta las jurisprudencias que dan la razón a este equipo en esto del plazo de presentación. Pero lo que no entiendo es por qué no se dice si es verdad que hubo alineación indebida o no. Y si la hay, aunque fuera presentada la reclamación fuera de plazo, ¿por qué no se castiga a quien cometió la infracción? ¿Y por qué tiene que ser un club quien denuncie la alineación indebida y no la propia Federación?

Así tú puedes cometer una irregularidad y quedar impune si ningún club te denuncia aún sabiendo la Federación que haces trampa. ¿No sería más fácil que todos los árbitros tuvieran esa información en un programa de consulta de manera que antes de empezar el partido fueran ellos los que no dejaran jugar a un jugador que no puede hacerlo por estar sancionado?

Infernal es esto que, después de que pasa toda la semana, le comunican a Las Palmas una vez que está camino de Reus, el partido se suspende. ¿No hubo tiempo antes para que se ahorraran el viaje?

Todo esto me recuerda a «Benito y compañía», una serie que Antena 3 ponía los jueves. O a esos tebeos que leía mi padre de Pepe Goteras y Otilio. Los únicos que triunfan con todo esto son los periódicos y programas de radio que llenan sus páginas y sus tertulias hablando de estas polémicas. «Pues nada, Todo OK, José Luis». Seguimos adelante...